Aprender a decir que no

Una de las cosas más difíciles de asimilar, sobre todo en la juventud, es saber rechazar las tentaciones que se presentan a cada instante. Aprender a decir que no suele a veces transformarse en un conflicto; en un camino pedregoso lleno de obstáculos que impiden el normal desarrollo a la adultez.

El tema parece liviano, pero no es menor. En la adolescencia, aquella inquieta etapa en que asoman a raudales los cuestionamientos, aparecen casi en forma espontánea los primeros síntomas de rebeldía.

Nuestros "viejos" parecen estar obsoletos. Su información ya no la recibimos con la aprobación inocente de la infancia. Y así, los hijos van creciendo, con la inmadurez vehemente e impulsiva propias de la juventud. Es aquí donde empiezan los problemas...

Se sientes grandes, preparados para el mundo, dueños de la verdad absoluta, pero en muchos casos sin contenido. No saben qué estudiar, qué hacer, cómo sobrevivir, y en medio de ese laberinto, se presentan las tentaciones. ¿Cómo decir que no, si nunca lo aprendimos?

Aprender a decir que no representa mucho más que una negociación. Aprender a decir que no, en muchos casos, significa poner en la vitrina de las prioridades los valores adquiridos en el hogar. Aprender a decir que no, es el primer paso a la madurez... En otras palabras, a ser un(a) joven responsable.

Aprender a decir que no es mantener la puerta cerrada a las drogas (que están matando a un grupo importante de jóvenes chilenos; sobre todo a aquellos que están en riesgo social).

Aprender a decir que no, es saber eludir a las tentaciones del dinero fácil, que trae de la mano a la delincuencia. Aprender a decir que no, es lanzar al precipicio todo tipo de adicciones, incluyendo la dependencia enfermiza del juego.

Para esto, y por eso, es tan importante aprender a decir que no. Existen siempre otras opciones, más bellas y válidas. Más puras y buenas.

Saber decir que no, es aprender que detrás de un problema siempre hay una solución, que después de la tormenta viene el sol, y que en vez de la muerte, la mejor opción sigue siendo la vida. Y eso es bueno aprenderlo cuando uno es más pequeño.

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