Esteban Efraín Paredes Quintanilla, el Eterno Verdugo

Cuando cayó tendido en el césped del Nacional y tuvo que abandonar la cancha a los 73', Esteban Paredes sabía que, una vez más, su tarea estaba cumplida. En la más de una hora que duró su participación en el Superclásico, el "7" de los albos ya había conseguido lo que en la semana parecía imposible: dejar a su equipo con el triunfo casi amarrado, pese al mal momento de Colo Colo y lo bien que venía su archirrival.

Ni su sequía bruja, que ya acumulaba casi 500 minutos sin abrazos (498, para ser exactos), le impidió al capitán albo salir airoso frente al "Romántico Puntero", cosa que había prometido a sus cercanos y compañeros en la semana: goles y los tres puntos.

Para el artillero, la de ayer fue una gesta más en un libro que lo define como el "Eterno Verdugo" de los azules, a quienes ya les ha marcado en 14 ocasiones, sólo dos menos que Carlos Campos, "El Tanque", quien defendió a la "U" entre 1956 y 1969, y que es el máximo artillero del "derby" criollo, y un tanto más que el histórico Leonel Sánchez (13), a quien ayer dejó en el camino con su doblete. Es decir, el zurdo es historia pura.

Esta eterna costumbre

En 1998, Paredes Quintanilla luchaba en las inferiores de Santiago Morning por ser promovido al plantel oficial, Chile jugaba un Mundial tras años de castigo, y el grupo Inti-Illimani estrenaba, en voz del colocolino Daniel Cantillana, uno de sus grandes singles: "Esta eterna costumbre", frase que bien define la historia del gran Esteban frente a la "U".

La primera vez que el nacido en Cerro Navia celebró vestido de blanco frente a Universidad de Chile fue tres años después, en marzo del 2001. Un detalle: en el pecho llevaba una "micro", y no el indio, ya que anotó por el Chago, pero fue el preludio de una serie que, si estuviera en Netflix, tendría varias temporadas.

La del estreno fue el 2009, año de su llegada a Colo Colo, tras un destacado paso por Cobreloa. Ese año, en el Monumental, el 30 de octubre, un tiro libre del "7" terminó en el fondo de la puerta de Miguel Pinto, quien fue engañado por lo que parecía un inocente centro.

Esa fue la llave de una costumbre que no se cerró más y que ha saciado la sed de gloria "clasiquera" del pueblo albo casi por una década -con un forado de por medio, eso sí, cuando el ariete probó suerte en México, entre el 2012 y 2014-, con festejos el 2010, 2012, 2014, 2015, 2016, 2017 y los dos tantos de ayer.

Entre otras cosas, estos goles han servido para mantener la interminable racha en la Ruca y, también esta más nueva, que hace a Colo Colo imbatible también en el Nacional, hace un lustro.

En una cita que ya se ha transformado prácticamente en un "spam" que año tras año se repite, el "nosotros sabemos jugar este partido" con el que remató después del festejo en el camarín y la ducha, asomó de nuevo, en algo que ya es todo un sello del goleador que en agosto cumplirá 38 años, y que sigue hambriento por ese "Eterno Verdugo".

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