Fotorreportaje: El Ultimo Viaje

Es una tarde de septiembre y un grupo de trabajadores se esta preparando para recibir a una persona fallecida por Coronavirus. Se toman las máximas medidas de seguridad.

David lidera a este grupo de hombres que tiene la responsabilidad de entregar, con la más absoluta responsabilidad, el descanso final del difunto. Así sus familiares asuman de mejor manera el proceso del duelo.

En el Cinerario, los hombres trabajan orgullosos de su labor. Es que saben de su importancia. Conocen de cerca el dolor y tristeza que embarga a los seres queridos de las personas que lamentablemente ya nos han dejado.

La Ceremonia se inicia recibiendo el cuerpo en la Capilla del Cinerario La Recoleta. En el momento en que tañen las campanas del duelo se da inicio a un responso o liturgia de exequias a cargo de un diácono.

Durante esta ceremonia se cubre el féretro con el Manto del Resucitado. Por lo general, son los familiares quienes cubren la urna; de lo contrario lo realiza la coordinadora.

Una vez terminado el oficio religioso tañen las campanas de la esperanza, las que tienen sonidos distintos a las campanas de duelo. Días después es entregada a sus familiares el ánfora institucional con las cenizas de su ser querido para que sean depositadas en el lugar elegido para su descanso.

El proceso de la cineración se realiza en un Cinerario. En él se ubica tanto la Capilla del Cinerario -para realizar la Ceremonia de Recepción de Restos-, como las instalaciones donde se realiza el proceso de cineración propiamente tal.

Por un lado está la tristeza de familiares y amigos, los recuerdos y la naciente nostalgia. Al otro lado de la pared un grupo de personas sigue con su trabajo en silencio

Al final de la jornada los trabajadores se retiran sabiendo que entregaron lo mejor de sí, y por muy duro que resulte, el día siguiente será igual.

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