Gira del Papa en Chile fue considerada la peor del mundo hasta la fecha

A dos días de concluida la visita de Estado de Francisco es conveniente evaluar lo que fue su gira de cuatro días en Chile, con el paso por tres ciudades y su presencia en sendos actos masivos, evidentemente rodeados de un halo polémico y crítico, que, visto con ojos externos, es definida como "lo peor de sus cinco años de pontificado", según publicó en Clarín de Argentina el periodista Luis Rubin, señalado como "el hombre que más sabe del Papa".

Aun cuando suene exagerado que se catalogue de tal manera la estadía aquí del jefe de la Iglesia Católica, hay elementos que inclinan la balanza hacia aquello. El primero de ellos es de evidencia visual: la baja asistencia a los actos y liturgias masivas.

En el aeropuerto de Maquehue, en Temuco, hubo un aproximado de 200 mil personas cuando se esperaba el doble; en el Templo Votivo de Maipú, en el encuentro con jóvenes, esperaban 400 mil y ocurrió lo mismo, y el baldón vino en la Playa Lobito, en Iquique, donde se aguardaban entre 350 mil y 400 mil personas, pero sólo llegaron 50 mil, según estimaciones de Carabineros basadas en fotos aéreas. La salvedad fue el encuentro en el Parque O'Higgins, donde se esperaban 400 mil personas y el lleno fue total, incluso con gente fuera de las rejas.

¿Un Chile menos Católico? ¿Qué dicen esas cifras? La voz del periodista Andrea Tornielli, del diario La Stampa, quien acompaña en su gira al papa Francisco, señala una sola cosa: "Crisis". Y se explaya al señalar que "este país era profundamente católico, pero ya no lo es más parece".

Chile: país poco religioso

Suena exagerado, porque las cifras al respecto no dan cuenta de un país totalmente distanciado de la Iglesia, muy laico, como Uruguay, cuya adhesión a la fe es menor al 50% y Chile, según la encuesta GfK Adimark, de octubre de 2017, sitúa en un 59% los católicos. No es una cifra baja, pero si se compara con el estimado de 80% de adherentes que recibió a Juan Pablo II en 1987 señala una fuerte caída hasta hoy.

¿Basta eso para explicar la baja en el entusiasmo que genera la presencia del Papa en un país del continente mayoritariamente católico?

Es un hecho estadístico que puede basarse en la crisis que afecta a las instituciones chilenas en general, donde la Iglesia logra un 31% de confianza, según la encuesta CEP de mayo de 2017.

El factor Barros. ¿Acaso es suficiente para decir que lo del Papa en el país fue un "desastre"? Pareciera, si se agrega otro elemento: el titular de la Diócesis de Osorno. A pesar de que está cuestionado en su calidad de obispo, el ex sacerdote castrense y quien salió del Ejército con el grado de general, Juan Barros, estuvo en los principales actos litúrgicos de Francisco.

Algo que hizo hervir la sangre a los fieles de la esa ciudad del sur, quienes no lo quieren ahí y le han reclamado por ello al Pontífice, al acusarlo de encubridor de los abusos sexuales perpetrados por el sacerdote Fernando Karadima.

Sin embargo, el Papa lo ha confirmado en su cargo y a la vez lo defendió mucho antes de llegar a Chile, al señalar los reclamos como algo de "tontos" y "zurdos". Y en Iquique dijo: "El día que me traigan una prueba contra el obispo Barros, ahí voy a hablar. No hay una sola prueba en contra. Todo es calumnia, ¿está claro?".

Sus palabras calaron hondo en Juan Carlos Claret, representante de los laicos osorninos: "El Papa dice que no hay pruebas, pero sí las hay, y son los testimonios. Otra cosa es que para él los testimonios no sean pruebas suficientes.

Es curioso, porque el fallo canónico señala que en virtud de estos testimonios los tribunales adquieren convicción, entonces adquieren el mayor nivel de convencimiento de un tribunal porque no hay pruebas, no hay duda razonable, que esta persona puede ser inocente. Y esto se logró porque hubo distintas personas, que en distintos lugares, edades, contextos, muchos de ellos sin conocerse, dijeron lo mismo. Esto es prueba suficiente para denunciar que hay razón en lo que dicen las víctimas".

Pero desde la propia Iglesia y aún más, de la orden jesuita, la misma que formó al papa Bergoglio, surge la voz del llamado "cura obrero", Mariano Puga, quien ante los dichos de su superior dijo: "El Papa se equivocó no más". Y tras ello dijo a La Cuarta de Sábado que "estoy en una situación difícil, porque estoy demasiado impactado en lo inmediato". Eso porque las palabras del Pontífice se contradicen con la condena realizada por el mismo Papa a los abusos sexuales perpetrados por el clero.

Otros lo defienden

Una visión diferente planteó el teólogo Juan Pablo Faúndez, quien restó gravedad a los dichos de Francisco, al señalar que "él responde desde su punto de vista personal".

Respecto de la incidencia en una baja asistencia a actos oficiales, argumentó que "la Iglesia desde su origen nunca fue concebida como una institución que tuviera la misión de evaluarse desde el punto de vista de masa, justamente, la figura que usa Jesucristo es que vosotros son la sal y el fermento, que generan otros alimentos".

Otra voz, más bien intermedia la entrega el sacerdote jesuita Tony Mifsud, quien señala que "a mí los números no me afectan. Hay comunidades vivas, hay un laicado más maduro que antes, iglesias fuertes, el mismo caso de Osorno (que rechaza a Barros) nos entrega este ejemplo".

Una última apreciación de esta "crisis" en la visita del Papa la entrega el cientista político Guillermo Holzmann, de la U. de Chile, quien explica que "hay una Iglesia Católica chilena que no ha salido a preguntar, a saber qué pasa, que no es el canal de comunicación con el Papa". Y que, amén de las estadísticas que señalan un fenómeno de laicización en Chile, las bajas asistencias a los actos fueron "por una sobreestimación de los organizadores de la visita del Papa, hubo muchas expectativas, que también hablan de una Iglesia no conectada".

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