La Cuarta Dimensión: Las almas que penan por Caldera

En la municipalidad de la comuna habitan dos espíritus que revolotean el lugar constantemente. Sombras que están relacionadas con el pasado del sitio, que antes era un sanatorio.

Caldera es un tranquilo sitio en la región de Atacama. 17 mil personas viven en esa tierra donde el desierto se funde con las aguas turquesas de Bahía Inglesa, pero donde también algunas almas parecen no encontrar su descanso.

Hay que dirigirse a la municipalidad de la comuna para encontrarse con los hechos paranormales. Objetos que se mueven solos, salas que en las noches son desordenadas completamente, sombras, ruidos y decenas de registros en las cámaras de seguridad dejan a la vista que los empleados municipales no están solos en el edificio.

Para entender un poco lo que sucede en el municipio, hay que remontarse a los inicios de Caldera. El mismo sitio que hoy ocupa la oficina del alcalde, fue un sanatorio donde los enfermos terminales llegaban a pasar sus últimos días. Toda esa carga según los habitantes aún se puede sentir en el ambiente calderano, lo que hace que algunos espíritus no hayan cruzado el umbral y sigan su lucha en el mundo terrenal.

Quienes han vivido la situación aseguran que los fantasmas del lugar son inofensivos, más bien juguetones, pero se enojan cuando no les prestan atención, por eso constantemente están moviendo todo en el lugar.

Hay quienes cuentan que han visto deambular a una menor vestida con ropa de época, que suele aparecerse en la municipalidad y en el Centro Cultural Estación Caldera, ubicado justo frente al municipio. Una chica de 1,40 metros de estatura, de rostro liso y trenzas, que suele pasar como un espejismo dejando perplejos a quienes la han visto, especialmente cuando se celebra el festival del primer ferrocarril al norte de Chile, cada julio.

Dicen que sólo busca que alguien quiere divertirse con ella, cuentan algunos funcionarios, para quienes la situación ya es habitual.

En el lugar, han intentado hacer algunos sahumerios y rituales para ver si la actividad cesa, pero al tiempo la menor siempre vuelve al sitio de donde partió de este mundo.

Pero ese no es el único lugar donde los espíritus salen a posarse, ya que en el cementerio Municipal, la historia de una joven de vestido rojo corriendo por las calles de mármol ya es conocida por todos.

Guardias y visitantes dicen que la ven rondar entre las tumbas y que al gritarle desaparece en el horizonte.

Hechos que han puesto a Caldera en alerta ante estos sucesos que claramente sorprendieron a sus habitantes, pero que hasta ahora son tomados como almas que divagan buscando la paz arrebatada.

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