La soledad, el mal silencioso

El ritmo vertiginoso que impone el modelo actual, el bienestar que provoca la abundancia material por sobre el esplendor espiritual y el abuso de las redes sociales transforman la vida en un viaje frenético e individual.

Muchas veces olvidamos que el cerebro tiene la capacidad de "socializarnos" con los semejantes. Y que necesita pensar en función de los demás, de relacionarse con las otras personas. Por eso, señala el doctor argentino Daniel López Rosetti, "la soledad, en términos de aislamiento, hace mal".

Y él mismo recuerda un proverbio chino, muy destacado en las redes, en estos días, que dice: "Si caminas solo, irás más rápido… Si caminas acompañado llegarás más lejos". Finaliza su alocución recomendando "aumentar la dosis de amigos y de familia".

Sin embargo, en los tiempos modernos, todos los senderos conducen al aislamiento. Por ejemplo, en las escuelas, institutos, universidades y lugares de trabajo; los espacios de descanso son dedicados por la gran mayoría de nosotros a las plataformas; es decir, nos conectamos, pero no nos comunicamos.

Hoy una sonrisa, es una carita feliz. No hay gestos ni carcajadas, menos expresiones físicas. ¿Se han fijado que los más jóvenes hoy manifiestan sus emociones sin mover un solo músculo facial? Los padres pasan a ser injustamente, "los viejos y están en otra". Y no les preguntamos, ¿cómo están? ¿tienen algún panorama para hoy? ¿quieren acompañarme?...

Y no lo hacemos, simplemente, porque no se nos ocurre. Olvidamos que a medida que avanza el tiempo, les vamos soltando la mano. Y ahí van quedando, cada vez más a la deriva.

A veces estar solo es necesario para el bienestar mental y la creatividad. En innumerables ocasiones, forma parte de un espacio fundamental: el autoconocimiento, la reflexión, para tranquilizarnos en un momento de desapego a la calma, pero en otros instantes, no es sano y con frecuencia estos "solitarios" requieren ayuda. Un estudio realizado el 2017 de la Universidad de Brigham Young concluyó que hay un tipo de soledad que mata.

Advierte, además, que podría transformarse en el próximo gran problema de la salud pública global, junto la obesidad y el abuso de las sustancias sicoactivas. Las cifras del estudio son categóricas: el riesgo de muerte aumenta en un 26 por ciento ante el sentimiento subjetivo de la soledad. Debemos protegernos, estar alertas…

Los invito estimados amigos y amigas a retomar el rumbo. A compartir. Debemos frenar esta loca aventura que llevamos. Erradicar todo aquello que nos hace olvidar que somos un diminuto detalle de este gran universo; pero tan diminuto, como trascendente y fundamental. No seamos egoístas ni egocéntricos. Otro ser nos necesita. Y para nosotros, también ese "otro ser" es importante.

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