Libro muestra cómo palanquean a chilenos por su ciudad de origen

Un inédito libro Topónimos y Gentilicios de Chile, una especie de diccionario que muestra los modos con que los pueblos se refieren a sus vecinos y también a sí mismos, fue presentado hace pocos días luego de un trabajo de investigación de más de 20 años.

La responsable de este trabajo de chinos es Raïssa Kordic, académica de la Universidad de Chile, que se dio la pega de buscar como se denominan de manera más coloquial a ciertas personas de acuerdo a su ciudad de origen.

En Puerto Montt, por ejemplo, hay una localidad que se llama El Barrial (barrialeños) y le dicen los cochinos. A los de Punta Arenas los llaman pingüinos, a los oriundos de Rancagua le apodan "huasos", a los de Viña del Mar ruleteros por el casino, mientras que a los de La Serena se les conoce como "papayos".

"Casi todos los remoquetes, o nombres informales que dan los habitantes de zonas aledañas, hacen referencia al oficio, a la actividad laboral principal de cada pueblo o a los supuestos defectos de estos", cuenta Kordic.

Según cuenta a La Cuarta la capa en lingüística, quien hizo la investigación junto a Mario Ferrecio (ya fallecido), en un principio la idea era confirmar la morfología de los gentilicios en Chile, pero se dieron cuenta de los curiosos nombres que aparecían entre los mismos pueblos.

Asímismo, está el caso de Crucero, en la X Región, quienes aceptan como gentilicio vigente a "crucerinos, aunque les dicen los matasapo. Otros más obvios son los de Empedrado en la Octava Región, donde les llaman los cabeza de piedras".

Para la chacota es el caso de la gente de Costa Río Blanco, cuyo gentilicio es costarrioblanquino y su sobrenombre cholito. Más enigmático resulta el nombre paralelo para los nortinos de Tarapacá, a quienes les dicen “tranca la puerta” por su supuesta actitud introvertida con los afuerinos.

Sobre este último, Kordic reconoce que "es un remoquete extraño y (según historiadores locales) hace referencia a la actitud cerrada y poco sociable que se atribuye a los de Tarapacá". Igualmente, la profe aclara que el libro "es un registro testimonial de usos reales y no un diccionario explicativo".

"Muchos de estos sobrenombres no fueron confesados por sus habitantes. Hay algunos como "comemoco" o algo parecido. Imagínate, ¿quién va a querer que le digan así? Después nos dimos cuenta de que una encuesta específica sobre remoquetes hay que hacerla preguntando solo a los vecinos y no a los habitantes mismos", agrega la filóloga.

En cuanto a las preferencias para identificarse, los nombres también varían por el sonido. Por ejemplo, detalla Raïssa, a Los Giones, la gente le llama "Los Llones"; a Río Resbalón, le llaman (y lo escriben así, como si fuera oficial): "Río Refalón"; Lago Lapparent, en Aysén le llaman oficialmente en la zona "Lago La Pared" o sector "Lamparé".

Trabajo incluyó una exhaustiva recolección de datos en todo Chile

Para juntar todos los datos, hubo que hacer una mansa pega, según nos cuenta Kordic. "Nos ayudaron Seremis, universidades, escuelas, y en esos casos extremos muy aislados donde el carabinero es también el maestro de escuela o donde casi los únicos habitantes son militares, como en la Antártica", señala la académica sobre su trabajo.

La encuesta fue respondida en todo el país, agrega Kordic. "Fuimos muy insistentes (incluso con viajes a la zona). Por ejemplo, en sectores de la Araucanía había cierta resistencia a integrarse a un estudio chileno general, muy comprensible por lo demás", cuenta la chiquilla que se tomó 20 años en recopilar todos los antecedentes para su libro.

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