Los días sin Metro de los vecinos de Puente Alto

Solo tres estaciones funcionan en una comuna de más de 600 mil habitantes, quienes deben madrugar para llegar a la hora a sus trabajos. El comercio que ronda al tren subterráneo también sufrió la crisis y varios ya han bajado la cortina.

Con los primeros rayos de sol sobre la cordillera, poco antes de las 6 de la mañana, seis funcionarios de carabineros llegan de punto fijo hasta uno de los accesos principales de la estación de Metro "Plaza Puente Alto" para comenzar una nueva jornada de custodia. Hace dos semanas el tren subterráneo reinició actividades con cierta normalidad en la comuna, después de que siete estaciones sufrieran daños graves tras la acción de vándalos. Sin embargo, aún quedan seis más sin funcionamiento (Protectora de la Infancia, Elisa Correa, Los Quillayes, San José de la Estrella, Trinidad y Rojas Magallanes), lo que dificulta el traslado de casi 600 mil personas que habitan la comuna.

Con cierta resignación, muchos vecinos aseguran que han pagado los platos rotos de una crisis social que a ratos centra sus fuerzas en la acción de los delincuentes antes que en las peticiones de los manifestantes. "Estamos viviendo una rara normalidad, porque todo lo que pasó nos terminó por perjudicar. Estamos todos a favor de las marchas y lo que se pide, pero hemos pagado un costo muy alto. En mi familia todos nos vimos perjudicados por el transporte, solo yo tardo dos horas a mi trabajo y eso no es normal", comenta Ana Oteíza, que debe trasladarse casi todos los días desde San José de la Estrella a Vitacura.

Junto a los uniformados, se instala una serie de vendedores ambulantes con variada oferta de desayunos. El elevado flujo de personas alcanza para que cada uno venda sus productos sin grandes problemas, en una dinámica que solo tiene sentido con el Metro en funcionamiento.

"Hubo días en que no vendíamos nada y no valía la pena ni aparecer por acá. Ahora se afirmó un poco la cosa, en un par de horas se vende todo", comenta Camilo Flores, vendedor de pan y café hace más de un año.

A pasos del improvisado puesto de Camilo comienza su recorrido uno de los cuatro buses de la empresa "Turistik", que por estos días recorre avenida Concha y Toro, contratados por la municipalidad, con la finalidad de acercar a los vecinos a la estación Vicente Valdés, una de las pocas abiertas para las personas que se acercan al centro de Santiago desde el sur.

"La idea es mejorar la calidad de transportes de las personas en momentos donde no hay muchas alternativas", sostiene Hermenes Escobar, chofer del bus rojo de dos pisos.

Se estima que en promedio una persona que se traslada desde Puente Alto al centro de Santiago tarda el doble en su trayecto desde el 18 de octubre, lo que obviamente ha removido desde lo más profundo la calidad de vida de los vecinos.

Uno de los sectores más afectados con la nueva dinámica de transporte comunal es el comercio. En los días más conflictivos tras el estallido social, el día laboral promedio en las tiendas que bordean la Plaza de Puente Alto comenzaba a las 10 de la mañana y finalizaba a mediodía. Dos horas. Sin ventas, con incertidumbre y uno que otro desubicado que intentaba saquear sus productos.

"Han sido días difíciles, las ventas han bajado casi 60%, porque la gente prefería irse a la casa temprano. Acá era poco seguro y es entendible que no vengan, pero al menos yo deberé cerrar la tienda porque se hace insostenible", comenta Cristian González, dueño de una zapatería que por estos días liquida hasta el último producto en stock.

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