Pese a la crisis que viven después de que algunos hipódromos estén parados, cuidadores, preparadores y propietarios hacen todo para cuidar a sus regalones.
La hípica sufre. En Santiago la última reunión fue el 26 de marzo en el Hipódromo Chile y desde ahí sólo apareció la preocupación de todos los gremios que dan vida al circuito, quienes en una carta también expusieron su intranquilidad por la salud de los caballos.
"Nosotros estamos entrenando todos los días, no en la forma que quisiéramos, ya que no tenemos carreras, pero tenemos que hacerlo por la salud de ellos. Hay que dejar algo claro que acá nadie ha pensado en matar a los caballos, nosotros no permitiríamos algo así", cuenta Luis Urbina, presidente del sindicato de preparadores del Hipódromo Chile.
Si en el corto plazo no hay carreras, existe la posibilidad de que algunos finasangres se puedan enfermar, por eso cuidadores y preparadores trabajan duro para que los cerca de 3.000 ejemplares que hay en el Club y "La Palma" estén radiantes.
Rafael Chamorro, presidente del sindicato de cuidadores del Club Hípico de Santiago, agrega que "la cosa está complicada en la economía, porque acá los sueldos no son grandes, dependemos de los premios, pero a los caballos nunca los podemos dejar solos, hay que apretarse el cinturón, pero ellos no pueden dejar de comer".
El problema es que si los equinos no tienen competencia pueden generar enfermedades, según cuenta José Troncoso, presidente de la asociación de propietarios. "Si un caballo no se ejercita puede tener serios problemas de salud como cólicos, estrés u otros, por eso los hipódromos nos han prestado sus canchas para los trabajos físicos y paseos, mientras nosotros hacemos el esfuerzo de mantener los cuidados, cuesta, pero acá nadie va a sacrificar a un caballo, es imposible", dice.
María José Escobar, médico de Veterinaria Blanco cuenta que "los caballos son atletas, ellos tienen que mantener su rutina y acá la gente se está esforzando en darle todos los cuidados a ellos, pese a no estar en competencia. Seguramente están estresados en este momento por no correr, por que el caballo es un animal muy sensible a los cambios".
Felipe Sullivan del Círculo de Dueños Caballos F.S. de Carreras, acota que "la situación es grave porque no tenemos actividad, la gente que trabaja de eso no está obteniendo recursos, pero nadie va a matar a un caballo, y en caso de que uno se enferme y no pueda volver a correr, lo regalamos para hipoterapia o se va al campo. Quien tiene un caballo, aunque sea índice 1 se preocupa de él, esto funciona en base al amor por los animales. Las pensiones de los caballos cuestan desde $300.000, no es fácil, pero es la pasión de todos los hípicos".
Piden que los escuchen
El presidente del sindicato de jinetes, Elías Toledo, apunta que "necesitamos correr por nuestros caballos, por nuestras familias, nos estamos quedando sin dinero, la ayuda que nos dan sólo dura unos días, la hípica está sufriendo, hay un protocolo que se hizo junto al Minsal, que fue aprobado, y ojalá pese a la cuarentena podamos volver".
"Conociendo a los hípicos, una gran mayoría optaría por vender sus caballos si se ven apremiados económicamente o llevarlos a algún campo. Pasa que ya con tres meses sin carreras en Santiago todas las personas que viven de la actividad con ingresos por reunión han estado sin poder llenar la olla", dice Juan Antonio Torres, periodista de deportereyydereyes.cl.
"Acá no hay aglomeración de gente, cumplimos con todo lo que nos piden, sólo queremos trabajar", acota Urbina, mientras Troncoso enfatiza que "los caballos siguen en las pesebreras y la gente los está protegiendo, tenemos fe en que en unas semanas volvamos a la cuarentena parcial y nos permitan correr porque lo necesitamos".
Sullivan indica que "en los hipódromos la gente hace su vida 'normal', con el uso de mascarillas y distancia social, no hemos tenido ningún problema, por eso esperamos que la autoridad piense en nosotros y se pueda abrir una ventana para volver a correr".
Hasta ahora, la actividad hípica sólo se mantendrá en Concepción, que podría aumentar sus jornadas ante la contingencia.
