Réquiem de un gran canal...

Fuerte es lo que pasa en TVN. En pocas semanas vieron renunciar al presidente de directorio, Francisco Orrego, y ayer el turno fue para su director ejecutivo, Jaime de Aguirre. Y acá, en la renuncia de Jaime, quiero hacer una reflexión que, más allá de visibilizar los grados de responsabilidad en los aciertos o desaciertos de su gestión de casi dos años, trasluce otra situación que, para mí, es delicada en la visión que debe tener la estación pública. Tanto que el mismo Presidente Piñera ha reconocido que es un deber del Gobierno velar en la búsqueda de nuevos mecanismos legislativos para ponerle fin a las amarras en torno a la inamovilidad de los ejecutivos y directivos que se instalan en la cabeza del canal de todos los chilenos.

Y sí, creo que ya es necesario ponerle el cascabel al gato, porque en esta lógica absoluta de mantener cargos y gestiones deficitarias bajo el amparo de un alto quórum del directorio, hemos sido testigos de gestiones que, en su momento, poco o casi nada hicieron para mantener en alto el concepto de calidad en la definición programática del canal. Ahí tenemos un caso con la llegada del abogado Mauro Valdés -el 14 de julio de 2010- a la dirección ejecutiva de la estación. Un período en el que TVN vio cómo su área dramática, la misma que le había generado números azules gracias a producciones exitosas en términos de audiencias -como las novelas "Aquí mando yo" o "Pobre rico"-, se desarmaba de golpe y porrazo porque nunca se aquilató la importancia de María Eugenia Rencoret en la cabeza del equipo dramático. Es que la Quena, la misma que había llegado a la estación a hacer su práctica profesional, era de las que más sabía y conocía el ADN del éxito dramático del canal. El mismo que dejó partir, o más bien, desarmar todo un equipo plagado de talento actoral y, lo más importante, que había generado una relación de incondicionalidad con su audiencia.

Fueron errores que bien pudieron haberse evitado con una visión más de industria. Eso sí en su momento, y no por una renuncia por motivos personales, el comité ejecutivo hubiese tomado medidas anticipadas. Y todo por un quórum alto.

Por eso no puedo obviar los dichos, honestos y necesarios, que vienen desde La Moneda. "Ningún cargo ejecutivo de TVN puede estar amarrado a quórum de directores, que lo haga en la realidad inamovible. Por eso nuestra propuesta de cambio al Gobierno corporativo dice relación con otra forma de nombramiento de directores (evitando el cuoteo político) para buscar eficiencia y también independencia del Gobierno de turno. Y también rebajar el quórum para nombramiento o destitución del Director Ejecutivo, permitiendo que sean sus resultados y su gestión el aval para que se mantenga en el cargo". Claro ahí el Presidente.

Porque si nos ponemos en sintonía con los argumentos que De Aguirre le expuso a los trabajadores del canal para justificar su renuncia, esos donde reconoce la relevancia que tiene TVN en su rol como medio televisivo para "cumplirle a la sociedad chilena en la defensa de los valores democráticos, el pluralismo y la identidad nacional", se hace indispensable un "decidido apoyo económico, político y espiritual de quienes administran TVN a nombre de los dueños, que somos todos los chilenos".

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