Diseñadora española viste a las últimas novias mientras todo se suspende

"Estamos tratando de servir a las novias que no han aplazado sus bodas", dice García, de pie en una sala con fardos apilados de encaje y telas adornadas con lentejuelas.

Con una mascarilla quirúrgica y guantes de látex, la diseñadora española de vestidos para novias, Inma García, corta largas tiras de tela de satén de marfil y tul en su taller de Barcelona para hacer un vestido de novia para una clienta mexicana.

Está terminando el vestido ella misma porque sus empleados están en cuarentena y su fábrica está cerrada desde el 16 de marzo después de que dos trabajadores dieran positivo por coronavirus.

Barcelona: el centro de las novias

España, uno de los países más afectados por la pandemia, es el segundo mayor exportador mundial de vestidos de novia después de China. Una gran proporción de la industria se centra en la ciudad mediterránea de Barcelona.

"Estamos tratando de servir a las novias que no han aplazado sus bodas", dice García, de pie en una sala con fardos apilados de encaje y telas adornadas con lentejuelas. "Hemos venido a hacer este vestido para asegurarnos de que la novia pueda casarse felizmente", agregó.

Industria detenida

El negocio de García se ha visto afectado en varios frentes: se han pospuesto las bodas, se han cancelado las ferias comerciales en las que realiza la mayor parte de sus ventas y las cadenas de suministro de las finas telas italianas que utiliza se han paralizado.

"Todos nuestros pedidos de telas están en espera. No es sólo que no tengamos trabajadores, sino que no tenemos ninguna materia prima con la que trabajar", dice.

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