Mujeres violadas en manada y torturas: así son los centros de detención chinos

La señal CNN presentó los testimonios de mujeres que fueron violadas en manada por guardias de las cárceles de "reeducación" donde Beijing encierra a sus minorías étnicas.

Muertes por asfixia, estudiantes encadenados y mujeres violadas en manada por guardias de seguridad. Esos son algunos de los padecimientos a los que son sometidos miembros de las minorías musulmanas en Xinjiang, China.

Un equipo periodístico de CNN, liderado por los periodistas Ivan Watson y Rebecca Wright, reunió testimonios de mujeres que dan cuenta de los vejámenes.

Según el registro de la cadena estadounidense, en la región controlada por el régimen chino ocurren las más abominables violaciones a los derechos humanos que muy pocos países se han animado a señalar, por temor a las represalias económicas del gigante asiático.

La minoría uigur es víctima de violencia de estado, mientras que China se defiende respondiendo que se trata de centros de "reeducación".

"No hay un ataque sexual sistemático ni abuso contra las mujeres en Xinjiang", indicó el gobierno chino como respuesta a CNN.

Sin embargo, los valientes testimonios de mujeres que lograron salir con vida de esos centros, confirman los horrendos abusos.

El horror de Xinjiang

Qelbinur Sidik enseñaba a niños en una escuela. Un día, sin muchas explicaciones, fue llevada a la fuerza a dar clases de mandarín a los detenidos en Xinjiang durante tres meses.

Aprender el idioma, es una de las condiciones que las autoridades imponen a los detenidos.

Sidik comenzó su trabajo obligatorio en marzo de 2017. Pasó de enseñar a niños de entre seis y trece años a adultos mayores.

Cuando los vio por primera vez no podía creerlo: estaban todos encadenados, de pies y manos, como si fueran peligrosos delincuentes.

La maestra relató parte del horror a CNN: "Cuando los guardias bebían por la noche, los policías se contaban cómo violaban y torturaban a las niñas".

Sidik vio con sus propios ojos cómo una mujer murió como consecuencia de esas violaciones en manada. "No había chispa de vida en su rostro. Sus mejillas estaban sin color, no respiraba", recordó.

La víctima era llevada por otros guardias y una mujer policía le confirmó a ella lo que había pasado: torturas, violación y el consecuente homicidio de la mujer.

La tortura

La transformación de los detenidos era evidente con el correr de los días.

A los "estudiantes en proceso de reeducación" que llegaban por primera vez al centro donde ella trabajaba se los veía saludables, en buen estado físico y bien alimentados.

Sin embargo, a los pocos días, todo era piel y huesos.

Muchas veces, cuando se daba vuelta para escribir en el pizarrón, escuchaba cómo los presentes lloraban avergonzados.

También escuchaba otros sonidos, más guturales y extraños, que provenían de otras salas del edificio. Sin embargo, no era la música de una sala de clases, sino el ruido perturbador de las torturas.

Tras la traumática experiencia, Sidik decidió emigrar de China. Ahora vive con su familia en Holanda.

"Me violaron en grupo"

Tursunay Ziyawudun es una de las víctimas de Xinjiang. Fue detenida en abril de 2017, aunque no había cometido ningún delito.

Fue llevada a la "Escuela Vocacional del Condado de Xinyuan", en Xinjiang. "Vocacional" es el eufemismo que usa el régimen para suavizar la verdadera identidad de sus campos de detención.

Allí estuvo un mes presa, pero un año después fue nuevamente aprehendida.

Durante el día recibía algo de comida y agua. Al baño, contó, podía ir por un máximo de cinco minutos al día. Si se pasaba del tiempo podía sufrir consecuencias.

"Los que pasaban más tiempo recibían shocks eléctricos con bastones", aseguró.

Los interrogatorios, extraños para tratarse de una supuesta escuela vocacional, eran interminables.

Ziyawudun dijo que dos guardias mujeres la llevaron a otra habitación donde la colocaron sobre una mesa. "Me insertaron un bastón paralizante en mi interior y me retorcieron y me electrocutaron con él. Me desmayé".

Diez días después, fue sacada de su celda y llevada a otro lado. "Escuché a otra niña llorando y gritando. Vi a unos 5 ó 6 hombres entrando en esa habitación. Pensé que la estaban torturando. Pero luego me violaron en grupo", señaló la mujer.

"Después de eso me di cuenta de lo que también le habían hecho a ella. Fueron extremadamente sádicos, causando dolor y daño en el cuerpo al golpear y golpear mi cabeza contra la pared... era su forma de castigarnos", dijo la víctima que hoy vive en Estados Unidos.

Su viaje fue largo. Cuando fue puesta en libertad, en septiembre de 2019, el régimen le advirtió: no podía hablar con nadie de lo que había experimentado en ese centro "vocacional".

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