Rusia ahora enfrenta problemas de almacenamiento digital tras las medidas tomadas por las compañías occidentales

Como gigantes tecnológicos abandonaron el territorio tras la invasión a Ucrania, uno de los problemas está involucrando a los servicios que dependen de servicios en la nube digital.

Tras la invasión rusa a territorio ucraniano, múltiples compañías tecnológicas anunciaron su retirada del país liderado por Vladímir Putin. Entre estas se encontraban compañías como Google y Microsoft, las cuales además de sus servicios más reconocidos por el público general, también proveen una importante gama de servicios en la nube. Incluido los servidores para almacenamiento digital de toda índole.

En ese contexto, el portal ruso Kommersant planteó que Rusia tiene un margen de dos meses para operar antes de que los centros de datos locales se queden sin espacio.

Lo más relevante de la situación es que además especifican que “los sistemas críticos” también se verían perjudicados, lo que involucrará, por ejemplo, a los sistemas de videovigilencia que se utilizan en ciudades con Moscú y que están conectados directamente a plataforma en la nube. Y como se trata de material de video, realmente requieren de mucho, mucho espacio de almacenamiento.

La cosa va más allá, ya que también la situación podría afectar no solo a los organismos de carácter nacional, sino que también a aquellos enfocados en prestar servicios a nivel regional.

El problema mayor es que simplemente las empresas privadas rusas, que han asumido la carga, no están capacitadas para responder al nivel de almacenamiento que antes era manejado de forma foránea a través de los servicios de gigantes como Google.

En ese sentido, el el Ministerio de Transformación Digital convocó a una reunión que involucrará a las principales compañías rusas y que buscará abordar directamente este problema de almacenamiento digital que se ha generado por las sanciones impuestas por entes privados de occidente. Y ante todo esto, no se descarta que las autoridades rusas decidan dar prioridad absoluta a los servicios críticos, actuando en desmedro de servicios no esenciales como aquellos destinados a los consumidores rusos.

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