¿Una relación tóxica?

Por las tardes, tardes sin clases, nos juntamos en el depa para darnos, pero no consejos. Me gustaba conocer en profundidad a mis compañeras de universidad.

Doctor Cariño:

Más que universitario, yo era joven y vivía solo en un cuartito de dos por tres en el centro de Mapocho. Hacía los trabajos solo con compañeras y el motivo era bien simple. Por las tardes, tardes sin clases, nos juntamos en el depa para darnos, pero no consejos. Me gustaba conocer en profundidad a mis contrapartes. Recuerdo perfectamente a la tercera compañera que llegó, Francisca, alias "la técnica". Su apodo era exacto. Lo acostaba entre su boca, pero no apretando, sino solo acariciándolo con la punta de la lengua. Lo tenía como una pistola dentro de su funda. No como una pistola en la mano, sino como una pistola enfundada. Su recuerdo me evoca ahora mismo un edema de caballo y ahí el problema, doctor. Reconozco con vergüenza que solo la invitaba para… cómo decirlo... sacarle brillo al muñeco. Nada de romanticismo ni planes a futuro, pero tampoco nada de tirar. Era solo estudiar y lustrar y, debo reconocerlo, mi amiga era una entendida en materia de lingüística. Ahora que contemplo esos días de líbido y conocimiento, esas glorias de un pasado que asoma difuminado a través del vidrio sucio de la memoria, la pregunta se hizo carne y puso su morada entre nosotros: ¿era aquello, doctor, una relación tóxica?

Alexis

Alexis, escuche:

No sea cara de raja y felicite a esa dama. Busque su Instagram (si es que tiene), vea cuál es su situación sentimental actual (si es que tiene), vaya y dígale todo lo bien que le hizo (si es que quiere). Tóxico sería decirle que entre dos adultos existe el consentimiento. Usted es tan inocente como Michael Jackson en Neverland. Váyase de acá, pelmazo.

Tus consultas y dramas de tipo amoroso pueden aparecer en la Ventanita Sentimental si las mandas a doctorcarino@lacuarta.com

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