Su esposa lo tiene todo moreteado y no quiere denunciarla

Le juro que nunca en mi vida le he levantado ni un dedo a mi mujer. Ni siquiera una puteada. Siempre ha sido mi reina y así será hasta mi último suspiro. Pero no puedo decir lo mismo de ella, que se acostumbró a basurearme y, lo que es peor, a sacarme la cresta.

Doctor Cariño:

Le juro que nunca en mi vida le he levantado ni un dedo a mi mujer. Ni siquiera una puteada. Siempre ha sido mi reina y así será hasta mi último suspiro. Pero no puedo decir lo mismo de ella, que se acostumbró a basurearme y, lo que es peor, a sacarme la cresta. Sí, señor. Soy un hombre agredido. Primero fueron tirones de mecha, pero ahora me ha pegado hasta combos y por nada. Y me da vergüenza. Sólo mi colega más cercano en la constru, porque yo soy maestro enfierrador, cacha de mi martirio. Él me dijo que la denuncie, pero no sé qué pasaría con mis hijos y yo la sigo queriendo igual. Ayúdeme. Necesito una luz al final del túnel.

Jaime

Jaimito:

La violencia mata el alma y la envenena, pero para los dos lados. Yo le creo su devoción por la mujer de su vida, que no sé por qué se convirtió en la "Crespita" Rodríguez, porque todos tenemos nuestras pifias y usted, de seguro, más de alguna vez tiene que haberse portado mal. Sin embargo, nada justifica que lo pase por los guantes y se aproveche de su amor puro e incondicional. Con cada golpe, charchazo y jaibazo se va muriendo el respeto, así que es necesario por usted y sus hijos ponerle un punto final. Vaya a la policía y termine con lo tóxico del guanteo. Y después llévela a un especialista, que le trate los arrebatos. Aún es tiempo de que ella abra los ojos y valore al tremendo hombre que tiene al lado.

Tus consultas y dramas de tipo amoroso pueden aparecer en la Ventanita Sentimental si las mandas a doctorcarino@lacuarta.com

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