Ventanita Sentimental

Estimado Doctor:

Paso a contarle mi historia. Soy un joven de 28 años, casado hace uno y conviviendo con la madre de mis dos hijos hace cinco. El atado es que hace algunos meses noté que mi señora había cambiado un poco, desmereciéndome incluso en nuestras intimidades.

Le cuento que así como yo salgo con mis amigos, también lo hace ella. Pocas veces salimos juntos, por no tener con quién dejar a los niños.

Ella empezó a salir con frecuencia y me hacía dudar de los lugares que frecuentaba, porque no me dejaba que la acompañara.

Hace poco más de un mes, y después de muchas pruebas que la hacían culpable, supe la verdad. Andaba con un compañero de curso desde hace cinco meses (fulano al que llevó a la casa, un vago que vive a expensas de su madre, que se lo pasa tomando todos los días y que es tirado con onda para el rock pesado) y llegaron a todos los extremos.

Opté por perdonarla, pero todos los días pienso en el porqué de su engaño, puesto que soy una persona trabajadora que da todo por la familia y también en aquello.

Ella se sinceró conmigo a los pocos días de haber puesto los puntos sobre las íes y me contó sus fechorías (demás está decir que no todas). Lo más penoso para mí fue que me confesó que lo quiere mucho. Entonces, ¿dónde quedo yo?

¿Qué hago, Doc? ¿Le creo que asumió con responsabilidad el gran error que cometió y que no lo volverá a hacer? Atentamente.

CORNELIO

Don Cornelio:

Me gusta tratar con respeto a la gente que me abre su corazón y cuenta cosas que no se las diría ni a los padres.

La verdad es que su mujer le puso la pista muy pesada, ya que además de confirmarle que había un patas negras, le dijo en la cara que lo quería mucho. No a usted, sino a él, para que quede claro.

Me cuenta que el perico con el cual le pone los cachitos al sol, como caracol, es un compañero de curso. Sin embargo, no dice qué y dónde estudia. Calculando su edad, supongo que en una universidad. Si es así, y ella continúa ahí, está condenado al nucazo, porque seguirán viéndose diariamente y la carne es débil.

Es lamentable, pero noto muy suelta de cuerpo a la madre de sus hijos. Eso de llevarle a la casa al amante es de una frescura infinita. Pareciera ser que descubrió un mundo nuevo, le gustó y se le soltaron las trenzas.

Por eso, amigo, no se confíe y prepárese para lo peor. Pero hágalo como hombre, sin lloriqueos ni autocompasión. A los 28 años todavía el futuro es ilimitado.

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