Querido Doctor:
Tengo 21 años y mi problema es que mi pololo, con el que llevo tres años y siete meses, de un tiempo a esta parte ha cambiado demasiado. Se puso súper agresivo y ha tratado de golpearme y apuñalarme por culpa del trago. Estoy desencantada de él y ya no lo quiero.
Pero mi problema no termina ahí. Ahora estoy flechada de un hombre de 40 años que es hermano de mi jefe, aunque él no tiene idea de que me gusta (me encantó su forma de ser).
Yo no quiero dejar a mi pololo, para no hacerle daño. No deseo que sufra y prefiero seguir con él aunque el amor, por mi parte, haya terminado. La cuestión es: ¿Qué hago con el otro? Me siento podrida y creo que de alguna forma estoy engañando a mi pareja. Ayúdeme, porfa, estoy demasiado enredada.
CONFUNDIDA
Mi perra:
Frente a un hecho tan grave como el que me cuenta, creo que no hay dos lecturas. Si su "flamante" pololo ha tratado de agredirla e incluso apuñalarla durante sus curaderas, no hay atenuante que valga. Debe operarse de ese violento pastel ¡ahora ya!
Aceptar estas conductas durante el pololeo es darle vía libre al maltrato y la infelicidad, y no creo que eso sea lo que quiere para el resto de sus días.
Como usted ahora anda rallando el tubérculo con el hermano cuarentón de su jefe, no quiero ni imaginar lo que su peor es na' podría llegar a hacer si se entera.
El germen de la violencia intrafamiliar y de los "femicidios" está en este tipo de conductas y hay que erradicarlas de un paraguazo.
Hola, Doc:
Tengo 13 años y el asunto es que me gusta un chico de 14. Me conseguí su número de celu y luego su msn. Poco a poco empezamos a tener más confianza y jugábamos a llamar y colgar. Después le dije que me gustaba y no pasó nada. Ahora quiero decírselo de frente, pero tengo miedo de que me desprecie o algo parecido, por eso le escribo. ¿Me la juego o no hago nada? Ayúdeme, por favor.
desesperada
Mocosa:
Mientras la mayoría de las niñas de su edad alucinan con Hannah Montana y los Jonas Brothers, usted anda "desesperada" por conquistar a un pergenio. La verdad, no me parece.
Me pregunta si se la juega o se queda como una momia, pero no pienso avivarle la cueca.
Como por lo visto sus padres no están enterados de sus andanzas, me tomaré la libertad de mandarla a la cama sin postre, pedirle que se preocupe más de sus estudios y dosificarle el uso el PC y el teléfono. ¿Estamos?