Ventanita Sentimental

Doctor Cariño:

Tengo un problema en casa. Resulta que soy casada, tengo tres hijos y quiero mucho a mi marido, pero él me saca celos con quien se le antoja y no me deja salir a ninguna parte, ni siquiera con mi familia.

Yo tengo 27 años y él, 31, pero parece un niño. Dice que me quiere y yo le creo y más encima, sale y llega de mal genio a la casa. Quisiera salir de esa duda, porque yo estoy enferma de un ovario y él se enoja porque no tengo relaciones con él, pero los dolores son insoportables.

Temo que tenga otra, porque no me deja hacerle cariño. Más encima soy tan enfermiza, que me mejoro de una y sigo con la otra. Como me hace tanto rabiar, de pura bronca quedo paralítica.

Yo no sé qué hacer con todo esto. Pienso en separarme, pero él me amenaza con que no me dará dinero para mis hijos. Se enoja porque soy franca y también me pongo bien mañosa, porque si no, barrería el suelo conmigo y para un matrimonio no es bueno que los niños se den cuenta de este tipo de cosas. Y le cuento que esta carta la escribo a escondidas, porque él, con todo lo que ha leído en el diario, se da cuenta de que usted le pegará en los cachos.

Sara.

Sarita:

Hay dos cosas que son urgentes. Primero que nada, vaya al ginecólogo, porque las dolencias a los ovarios son cosa seria. No es lo mismo que un dolor de muelas, que pasa con cualquier analgésico de moda. Converse el asunto con su marido. Por bruto que sea, tiene que darse cuenta que esa dolencia la mejora sólo un especialista.

La segunda patita es una conversación larga y tendida, ojalá tendida, con su maridito, para terminar con el fantasma de los celos, con el mal genio del dueño de casa y con la salud de doña Sara.

Son miles los casos en que la mujer se hace la enferma para no cumplir sus funciones conyugales. "Que me duele aquí, mijito", "sóbeme la colita, que me duele tanto", "no puedo, porque me voy a indisponer", etc., etc. Los hombres medio cargados a la ternura se enojan con estas excusas y terminan convenciéndose primero que son chivas y después, que hay otro perico en el medio.

Por lo que cuenta usted, a lo mejor el ogro está comiendo desde hace años ese "caldo de cabeza" que hay que extirpar de un viaje. Yo creo que todavía es tiempo que salve a su pareja a sus hijos. Usted tiene que ponerle empeño. Trate de no ser tan quejumbrosa y mejore con urgencia su salud. Cuando esté a punto, hágale pelea al marido para que esté contento en casa y en la cama. Yo creo que por ahí comenzará a solucionar todos sus problemas.

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