Ventanita Sentimental

Querido Doctor:

Lo trato en forma tan cariñosa para que me agarre buena y me ayude. Usted es como lanzado como honda para dar buenos consejos.

Se trata de mi cuñada.

Ella es una negra cueruda y tincuda. Tiene 27 años y yo 24. Mi hermano 32. Están casados hace cuatro años y tienen dos niñitos pero ni se le nota que es mamá, ya que se ve durita por todas partes.

El caso es que mi cuñadita está con cosas raras y se nota a la legua que me está pidiendo guerrucha. Yo tengo que ir continuamente a la casa de mi hermano porque nos ganamos los garbanzos vendiendo diversos objetos y somos socios. La semana pasada mi hermano no estaba y ahí estuvo a punto de perder. Resulta que ella andaba con pantalones, pero muy luego apareció en short. ¡Viera los tremendos choclos! Me toreó hasta decir basta y me fui antes que le hiciera la cochinada a mi hermano. Sin embargo, sé que no podré resistir otra escenita igual. ¿Se le ocurre algo, Doctor, para no faltarle el respeto a mi cuñada?

LUCHÍN

Luchín:

Usted es tan patudo, compadre, que estoy seguro de que me escribió exclusivamente para que yo le pusiera visto bueno a la "Operación Nucazo". Seguramente pensaba que le diría "Oye, Luchín, no sea gil. Si no eres tú será otro el que agarrará con la negra tincuda".

¡Pero se equivocó el sinvergüenza!

Jamás de los jamases le voy a dar mi bendición a un perico para que cargue con la mujer de su propio hermano, aunque ésta sea como tonta para el merequetengue y ande pidiendo guerra a gritos.

Siempre aconsejo a los patudos, que le tiran de chincol a jote, que hay que respetar a las mujeres de los parientes y amigos por mucho que les arrastren el ala. Es que hay que tener un mínimo de decencia, mi viejo.

¿Qué puede hacer? Ir lo menos posible a la casa de su hermano y no aguantarle provocaciones a la cuñada guerrera. Es cierto que su hermano está condenado a lucir cachitos, pero que sea otro el que se los ponga.

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