Desacatar y resistir orden, no comparecer a juicio, y conspirar para rendir declaraciones falsas a la Administración Federal de Aviación y al Departamento de Transporte, son algunas de las acusaciones que pesan sobre Mauro Ociel Valenzuela Reyes (48), el chileno más buscado por el FBI.
Este compatriota, oriundo de La Calera, era mecánico de fuselaje y motor de aviones, certificado por la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos, cuando en 1996 se produjo una tragedia aérea que dejó 110 muertos.
Valenzuela en aquella fecha trabajaba en la empresa SabreTech, encargada de las reparaciones del avión siniestrado, la cual fue investigada por supuestamente subir unos generadores de oxígeno químico en la zona de bodega, con un embalaje no adecuado, lo que desencadenó un incendio que desató la tragedia.
Por este hecho fue requerido por la justicia norteamericana, sin embargo, no se presentó, lo que activó una notificación roja del FBI.
Identidad falsa
Lo llamativo es que su abogada, Jane Moscowitz, aseguró al Miami Herald, que fue un error no hacerlo, ya que "siempre creímos que podía ser absuelto. Nunca consideramos que fuera la razón del accidente".
Es más, dos de sus colegas investigados, fueron absueltos, ya que se comprobó que fue la empresa aérea, y no ellos quienes subieron los cartuchos de oxígeno.
La alerta, que fue publicada en la página de la embajada de Estados Unidos en Chile, recalca que Valenzuela podría tener una identidad falsa, y se movería entre países como Perú, Argentina, Brasil y Bolivia, además de tener vínculos con el estado de Georgia, en los Estados Unidos.
Claro que lo último que se supo de su paradero fue el año 2015, donde se estableció que vivía en un departamento en Viña del Mar.
La tragedia aérea que lo persigue
El 11 de mayo de 1996, el vuelo 592 de ValuJet se estrelló en los Everglades de Florida, cobrando la vida a las 110 personas a bordo (105 pasajeros y 5 tripulantes).
El avión despegó del aeropuerto de Miami y luego de algunos minutos en vuelo, los pasajeros informan a los tripulantes la presencia de humo que procedía de los conductos de ventilación.
Tras unos segundos, la capitana Candi Kubeck se percató de ello, lo que confirmó a la Torre de Control del aeropuerto de Miami.
A 6 minutos de haber despegado, el vuelo 592 desapareció del radar, y terminó desintegrado. Se presume que en el impacto los pasajeros y tripulantes iban inconscientes producto del humo.