De O'Higgins a Topaze: Historias de la sátira política en la prensa chilena

De los primeros dibujos durante los primeros años de la república, a publicaciones que representaban el sentir de la clase media en pleno siglo XX, la sátira política ha estado presente en la discusión del país, más allá de los momentos de crisis. En La Cuarta revisamos algunos hitos en ese vínculo entre prensa, poder y humor.

Un viejo y referido refrán sentencia que la pluma es más fuerte que la espada. Una afirmación que pese a su dramatismo, tenía sentido en los tumultuosos primeros años de la república chilena, cuando Bernardo O'Higgins no solo debía hacer frente a la guerra contra los realistas y los costos de la expedición libertadora al Perú, sino de una oposición, que poco a poco, se atrevió a cuestionarlo en los salones de palacio, los animados saraos en las casonas, y en la incipiente sátira política de la época.

Fue entonces que surgió un ataque tan ruidoso como el tronar de los cañones en Chacabuco y Maipú; una caricatura en que retrataba con particular saña al prócer chileno -como un burro-, además de los argentinos José de San Martín y Juan Martín de Pueyrredón.

Entre los historiadores hay cierto consenso en señalarla como la más antigua del período republicano en ser documentada.

"Es muy conocida la primera caricatura política del Chile independiente, donde aparecen O'Higgins y San Martín, entre otros dirigentes, arreando a los 'pueblos de Chile' como un rebaño -explica el historiador y académico de la UMCE, Tomás Cornejo-. Se le atribuye a José Miguel Carrera, aunque parece que no hay certeza sobre su autoría".

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La primera sátira política de Chile: O'Higgins, San Martín y Pueyrredón[/caption]

En su célebre artículo "José Miguel Carrera ¿mártir de los caricaturistas?", el escritor y poeta Jorge Montealegre desarrolla la tesis de la mano carrerina tras el dibujo.

Incluso, se anima a datarlo; propone que lo realizó durante su exilio en Montevideo, entre las muertes de sus hermanos Juan José y Luis, además de Manuel Rodríguez (abril-mayo de 1818), y la renuncia de Pueyrredón como Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata (junio de 1819).

Carrera tenía una especial atención por la prensa: durante sus días luchando por las armas del rey de España contra Napoleón, siguió los periódicos británicos; luego, durante su gobierno adquirió una imprenta -traída por el sueco Mateo Arnaldo Höevel-, en la que se imprimió el primer diario chileno, La Aurora de Chile; y durante sus días en Estados Unidos, adquirió una pequeña imprenta que llevaba consigo en sus años errantes en Argentina.

Desde esos días, la sátira se volvió un recurso más en la lucha entre las facciones. Tras la abdicación de O'Higgins, los insultos y versos satíricos llenaban páginas en periódicos de existencia efímera, como El Canalla, o El Hambriento, en que se ridiculizó a los rivales políticos, sean "pipiolos" o "pelucones".

En su clásico estudio, La sátira política en Chile (1950), Ricardo Donoso cita algunos versos dedicados a los dirigentes conservadores, entre estos, al ministro Diego Portales.

"¿Quién ha sumergido en males

a la familia chilena,

y con la fortuna ajena

se ha hecho de grandes caudales?

Portales"

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José Miguel Carrera habría sido el autor de la primera caricatura satírica de la historia de Chile[/caption]

Balmaceda o Su Majestad champudo

Si un nombre suele repetirse en las menciones de sátiras políticas, es el de José Manuel Balmaceda. Como otros, fue retratado en la prensa desde sus primeros días de presidencia en 1886.

Por ejemplo en ese mismo año, a causa de la desastrosa epidemia de cólera que sacudió al país -con 28.432 muertos en cifras de la época-, una caricatura publicada en El padre Cobos -un periódico de perfil popular y satírico- lo muestra encabezando una procesión junto a políticos, militares, bomberos y curas. "Todos contra el cólera", era el mensaje.

"Durante el siglo XIX sí existió una tradición de prensa satírica o cómica, que era una alternativa a la prensa seria de Chile, muchas veces apostaba a otro público y tenía como objetivo comunicar pero también hacer reír", explica a La Cuarta el historiador y académico de la Universidad San Sebastián y Universidad Católica de Chile, Alejandro San Francisco.

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Presidente José Manuel Balmaceda[/caption]

Ese fue el caso, por ejemplo, de El padre Cobos, periódico dirigido por el escritor -y militante del Partido Demócrata- Juan Rafael Allende, quien, gracias a su pluma manejada con brío, puede ser considerado uno de los precursores del género en el país.

"Una de las figuras centrales en este ámbito fue Juan Rafael Allende, 'periodista de grande ingenio y dudosa moralidad', según Luis Orrego Luco. Él fue promotor de iniciativas como El Padre Cobos, El Padre Padilla y Pedro Urdemales", añade San Francisco.

Años después, durante el estallido de la Guerra Civil en 1891, las sátiras y ataques contra la figura del presidente brotaban en la prensa opositora pese a las restricciones y medidas de censura. "La prensa satírica antibalmacedista de 1891 era clandestina -explica el historiador y académico USACH, Maximiliano Salinas, quien ha investigado el tema-. El autor satírico Juan Rafael Allende hizo caricaturas en contra del presidente Balmaceda, y después a su favor. En contra, cuando se lo interpretó como un oligarca más. A favor, cuando se reconoció que la oligarquía buscó derrocarlo".

Precisamente, Allende, furioso crítico de Balmaceda en sus primeros años, fue uno de sus defensores durante el conflicto.

Aquel apoyo le traerá consecuencias, pues su casa de veraneo fue saqueada tras el triunfo de las tropas del Congreso en las batallas de Concón y Placilla, además él fue conducido a prisión e incluso arriesgó la pena capital. Finalmente, se salvó.

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"La madeja se me enreda": Caricatura de Balmaceda en El Padre Cobos[/caption]

Por su lado, Alejandro San Francisco explica el impacto de la sátira en la previa del conflicto.

"El tema de la sátira política estuvo presente durante la crisis de 1890 y 1890, con ataques recíprocos de parte de los involucrados en el conflicto, lo cual tendió a desacralizar la figura presidencial, cuando las bromas o ataques se dirigían contra el Presidente de la República -señala-. Durante la guerra civil misma la prensa clandestina atacó sistemáticamente al gobernante y a su familia, con descalificaciones que no solo eran políticas sino también personales".

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"Haciendo sus maletas": Caricatura de Balmaceda en El Padre Padilla[/caption]

¿Cómo era atacado Balmaceda en los diarios? "Fue atacado de diversas maneras, pues la prensa se burlaba de su físico o sus acciones -señala Alejandro San Francisco-. 'Su Majestad champudo', le llamaban por su pelo; El Figaro publicó el poema acróstico 'El Rey' a fines de 1890, que ironizaba sobre la acumulación de poder y lo calificaba de tirano".

Pese a todo, Balmaceda sí expresó su pesar frente a los ataques de la prensa.

"Al comenzar las sesiones del Congreso Constituyente, el 20 de abril de 1891, Balmaceda llegó a declarar dolorido: 'La licencia de la prensa ha llegado en nuestro tiempo a extremidades a que no se llegó jamás en ningún país de la tierra. No sólo el Gobierno y los hombres públicos, pero hasta la sociedad y las familias han sido arrastradas por el vendaval de las pasiones políticas' -cuenta San Francisco-. Era una síntesis de su pensamiento al respecto".

Juan Verdejo y la clase media: la era de Topaze

La caída del gobierno de Carlos Ibáñez del Campo, empujado al abismo por el feroz impacto de la Gran Depresión en el país y su consiguiente malestar social, impulsó al dibujante Jorge Délano, "Coke", para publicar la revista satírica por excelencia del siglo XX, Topaze. El primer número, con una caricatura de Ibáñez y el presidente argentino Félix Uriburu en la portada, circuló en las calles el 12 de agosto de 1931.

Con su nombre tomado de una obra teatral en cuatro actos del francés Marcel Pragnol, el autodenominado "barómetro de la política chilena" se hizo un nombre en el Chile republicano de la clase media ilustrada y racional, por su capacidad, precisamente, de relacionarse con su tiempo.

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Portada de Topaze, número 1663 de septiembre de 1964[/caption]

"Topaze es el principal exponente de la prensa satírica durante el siglo XX en Chile -explica Tomás Cornejo-. Está a la par de lo que realizó Juan Rafael Allende por medio de varios periódicos durante el siglo XIX, aunque Topaze adquirió una mirada mucho más política, por un lado; y contaba con un equipo de redactores y dibujantes más nutrido, por otro".

Por su lado, Maximiliano Salinas analiza el alcance que consiguió la publicación. "Era capaz de reírse de la derecha, el centro y la izquierda. Se rió de Arturo Alessandri, de toda la Era Radical, y hasta de Pablo Neruda. Fue la expresión de la actitud saludable de una sociedad capaz de tomarle el pelo a todo el mundo".

La publicación, según Cornejo, tenía una fuerte carga crítica que iba más allá de los actores políticos.

También señalaba sus pullas hacia los sectores medios, quienes eran los llamados a ocupar el aparato estatal tras el fin del orden parlamentario en 1925.

"La clase media fue representada de forma bastante ácida -comenta el historiador-. La revista acusó a que quienes llegaron a puestos públicos o al gobierno y al congreso parecieron engolosinarse con el poder y olvidar su pretendido propósito de democratizar el país y darle mayor justicia social".

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Don Gabito en Topaze. La firma es de René Ríos, Pepo, el creador de Condorito[/caption]

En las páginas de Topaze también se trabajaron ciertas ideas sobre los personajes del momento, por ejemplo, en el gusto de los radicales por la buena mesa. Y por cierto, había espacio para generar caricaturas de los presidentes; de Don Tinto (Pedro Aguirre Cerda), a Don Gabito (Gabriel González Videla), El Paleta (Jorge Alessandri Rodríguez), Don Lalo o Pinocho (Eduardo Frei Montalva) o Don Chicho (Salvador Allende Gossens).

"La revista construyó estereotipos para burlarse de las principales agrupaciones políticas que representaban a los sectores medios: el Partido Demócrata, el Partido Radical, el Partido Socialista y la Democracia Cristiana -detalla Cornejo-. En todos ellos observó muchas incongruencias, tanto políticas como socioculturales. Según la mirada de Topaze hubo mucho arribismo y adopción de pautas que pertenecían a la antigua oligarquía, que también se había modernizado".

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Juan Verdejo consuela a Eduardo Frei Montalva. Al fondo está Salvador Allende[/caption]

En tanto expresión de la bullente clase media, en Topaze había una singular mirada sobre los sectores populares, resumidos en la figura del inolvidable Juan Verdejo, un sujeto ladino y curioso, que interpelaba a los políticos en un tono campechano. Sus ocurrencias y frases tomadas de la cultura popular, estaban cargadas de profundas críticas al orden mesocrático.

"Es un personaje con muchas dimensiones, que remite a quienes migraron hacia las ciudades durante la primera mitad del siglo XX, y no contaban con una especialización laboral o con herramientas de la cultura oficial, como saber leer y escribir -explica Tomás Cornejo-. Es un antiguo peón-gañan transplantado en la ciudad de masas, donde se convierte en obrero o jornalero".

"Era también el representante del pueblo chileno en Topaze, una voz que ponía una mirada crítica a partir de los saberes, el humor y el conocimiento popular ante una escena pública que se volvía racional y apuntaba a construir un país moderno y capitalista", agrega.

Cuando el León "se chupó"

En una ocasión la revista Topaze se estrelló directo contra la puerta de La Moneda; fue en 1938, cuando el presidente Arturo Alessandri Palma ordenó requisar el número 285, en que aparecía una caricatura por la que se sintió muy agraviado. A él, un animal político, se le representaba como un tiernucho león -por su apodo de "León de Tarapacá"-, amansado por Carlos Ibáñez del Campo, su enconado rival político.

"'Se chupó'. ¿Sabe, mi general, que no es tan bravo el león como lo pintan?", decía la leyenda de la viñeta en cuestión.

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"Se chupó": La caricatura de Topaze que indignó a Arturo Alessandri[/caption]

El mismo Alessandri recordó el incidente años después. "Uno de aquellos días negros de tristeza y hastío, apareció en un periódico de caricaturas, una profundamente irritante e insultante contra el Presidente de la República, cuya dignidad tenia yo el deber de defender", escribió en sus memorias Recuerdos de gobierno: administración 1932-1938.

Pese a que en sus recuerdos señala que se arrepintió e intentó enmendar la situación, no logró evitar la requisa de los números. Aquello le trajo, como no, fuertes críticas de la oposición y un creciente interés en aquel número.

"Alessandri utilizó acciones judiciales y extralegales en contra de la publicación -explica Tomás Cornejo-. Pero los editores eran muy hábiles y enfrentaron las medidas legales que impedían la circulación de la revista mediante la publicación de la misma con otros nombres, como Cambiazo o Verdejo".

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Presidente Arturo Alessandri Palma[/caption]

Cornejo se refiere a una situación previa. En mayo de 1933, apenas asumido su segundo período presidencial, Alessandri recurrió a las facultades extraordinarias, que le entregaba la Constitución de 1925, para imponer la censura de prensa, concentrado, por supuesto, en las publicaciones de oposición. Una medida que repitió en otras oportunidades durante su mandato.

"La labor de los censores consistió en revisar cada una de las pruebas de imprenta y prohibir determinadas publicaciones. En algunos casos, se acusó a estos funcionarios de no autorizar noticias relativas al gobierno, fueran o no críticas a aquel", explica la historiadora Karen Donoso, en su artículo 'Los zarpazos del león': la censura política contra la prensa en el segundo gobierno de Arturo Alessandri. Chile, 1933-1938.

Humor y las crisis sociales

Con medios más, o menos en circulación, los expertos comentan que la sátira política ha estado presente de manera constante en la esfera pública y no se relaciona solo con momentos de crisis, como en 1891, 1931 o 1973.

"El humor y las publicaciones de sátira política han tenido una vida muy larga y muy rica en nuestro país, tanto en períodos de relativa calma como en otros más agitados -explica Tomás Cornejo-. Tal vez se vuelven más visibles cuando las autoridades reaccionan de forma desmedida y autoritaria".

Para Alejandro San Francisco, la misma historia de Topaze revela la forma en que dialogaba con la coyuntura.

"En su primera versión, en las décadas de la democracia clásica chilena, se trataba de una revista que cubría la política chilena en general, no solo en momentos de crisis o rupturas. Tenía una capacidad especial para captar los problemas de su tiempo, e ironizar sobre cosas nada simpáticas, como la miseria o la inflación que azotaban al pueblo".

"Luego surgió una nueva versión de Topaze, en los años 1990, que mantenía un estilo satírico, se autoproclamaba el barómetro de la política chilena, pero en modo alguno se estaba viviendo un momento de crisis política", agrega.

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Topaze en su regreso en los 90'[/caption]

Una posición distinta la marca el escritor Rafael Gumucio Rivas. Desde su experiencia como director del Instituto de Estudios Humorísticos UDP, además de su participación en las páginas de The Clinic y en programas televisivos noventeros que recurrían a la sátira como Plan Z, analiza: "El humor político nace de las crisis política. Aunque no se si esta que vivimos de para humor. Creo que el humor necesita una riqueza de lenguaje y referencias que hemos perdido. Para jugar necesitamos que dos quieran jugar el juego".

Pese a todo, un momento de crisis fue el que marcó el final de Topaze; tras el asesinato del general René Schneider, la publicación cerró sin aviso, con el número 1.981 publicado el viernes 30 de octubre de 1970, en que puso una seria ilustración del ataúd del fallecido comandante en jefe. Se intentó un regreso, años más tarde como un suplemento de La Tercera el que circuló hasta su cierre en 1996.

Con los años, diversas publicaciones tomaron la posta. Entre estos, The Clinic, con su lema "Firme junto al pueblo", tomado de un referente anterior, el periódico Clarín.

Para Rafael Gumucio, uno de los colaboradores habituales de la publicación, esta tenía ciertos vínculos con sus referentes anteriores. "Diálogo mucho, usó formatos, frases, lemas e ideas del El Clarín, El Puro chile y el Topaze de modo descarado. Su posición pluralista y descreída fue la misma de esa prensa satírica clásica chilena".

Para los expertos, no cabe duda que la sátira es parte de la discusión democrática en cuanto permite visibilizar tensiones, anhelos y denunciar abusos.

"Ha sido un arma histórica y no violenta de pronunciamiento democrático -afirma Maximiliano Salinas-. A Gabriela Mistral le encantaba leer Topaze. Así se enteraba de un Chile sin tapujos, sin rodeos".

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