La nueva entrega de Ubisoft no rompe el molde, pero busca perfeccionarlo con una ambientación espectacular, dos protagonistas complementarios y una jugabilidad satisfactoria en medio de un escenario tan llamativo como el de los ninjas y los samurais.
Varios son los puntos que salen a la luz a la hora de hablar de Assassin’s Creed Shadows, el más reciente videojuego de la clásica franquicia que en sus últimas entregas ha impulsado fuertemente las misiones secundarias, la exploración de mundo abierto y la personalización de las mejoras de los personajes que controlamos en cada era.
En este caso, se trata de un Assassin’s Creed que no se aleja de la fórmula que tanto éxito le ha dado a la saga, pero ambientado en el Japón del siglo XVI.
Y es ahí en donde se instalan dos protagonistas intercambiables que marcaron toda la discusión previa antes de su lanzamiento: Naoe, una shinobi ágil y sigilosa, y Yasuke, un samurái negro que cuenta con ataques poderosos y directos.
Asimismo, como ya define el corazón de la saga, en Shadows también hay decenas de horas de contenido: misiones, tareas secundarias paralelas, mucha exploración y diversos elementos que buscan recrear el ambiente japonés medieval al centro de su premisa.
Por eso su narrativa parte de una historia bastante personal, basada en la venganza y el crecimiento personal de sus personajes principales a partir de un prólogo bastante intenso, pero poco a poco va dando luces de una lucha por el futuro de Japón que inevitablemente se entrelaza con el canon de este Credo de los Asesinos.

En ese escenario, y siguiendo el impulso que la compañía Ubisoft le da a los videojuegos de esta franquicia, Assassin’s Creed Shadows es en toda regla un videojuego AAA. Es decir, una producción blockbuster de alto presupuesto que destaca por su apartado gráfico impresionante, mecánicas pulidas y un excelente trabajo en lo que compete al doblaje. Por eso a nadie le debería sorprender que el videojuego saca partido a las consolas de nueva generación, con fps estables y y una gran fidelidad gráfica.
Más aún, inclusive teniendo en cuenta que en el videojuego por momentos pueden haber hitos que se activan de imprevisto, batallas masivas y múltiples objetos en pantalla durante los combates, el videojuego en general logra muy bien la tarea de soportar las gráficas y crear la inmersión interactiva que está al centro de su propuesta.
Claro, en ocasiones pueden existir algunos elementos llamativos, como algunos bugs, pero en general la experiencia es tan pulida como uno puede esperar de un videojuego de esta envergadura.
En ese sentido, las características diferenciadores de sus personajes intercambiables son el gran plus que tiene este videojuego, ya que mientras Naoe ofrece movilidad, sigilo y asesinatos clásicos por sorpresa, tal y como uno espera de un Assassin’s Creed, Yasuke es pura fuerza bruta y nos impulsa a tener combate directos en donde el timing lo es todo. Es decir, hay que atacar y defender en el tiempo preciso.
También es clave el sistema de habilidades, que puede sacar de quicio a más de algún novato. Como suele suceder, en esta entrega hay que realizar múltiples tareas secundarias que se vuelven obligatorias si uno quiere empezar a desbloquear todos los puntos que se van acumulando.
Pero aunque aquello suena restrictivo, y al mismo tiempo demasiado habitual para la saga, también nos impulsa a explorar el mundo de forma mucho más amplia para entregar una experiencia que se siente muy completa y, a la vez, bastante abrumadora. Y es que siguiendo esa línea, este es un Assassin’s Creed que requiere de muchas horas de juego.

Teniendo en cuenta todo lo anterior, que está al corazón de lo que ha terminado definiendo a la franquicia, sin duda que Shadows también destaca por un diseño de escenarios que es simplemente espectacular, desde los pequeños pueblos hasta los rincones de las fortalezas plagadas de enemigos.
Aunque no llega al nivel de detalle de juegos como Ghost of Tsushima, que es la joya en esto de la recreación de un Japón feudal, sí tiene un nivel bastante superior para la norma y no se queda atrás a la hora de transportar a otra época y sacarle partido al entorno ninja-samurai al centro de su premisa.
Al mismo tiempo, la violencia brutal de sus combates le dan una excelente personalidad al videojuego, en donde realmente se siente la curva de aprendizaje que nos lleva a escalar en nuestras habilidades y transformarnos en una verdadera máquina de matar, ya sea que queramos hacerlo de forma sigilosa, aprovechando los juegos de luminosidad que se van generando a través de nuestro avance, o saltando de lleno a la muerte con la espada.
Por eso solo queda destacar que Assassin’s Creed Shadows es una apuesta segura dentro del extenso catálogo de la franquicia, en una entrega que no revoluciona la fórmula, pero sí la ejecuta de gran forma en un entorno cultural y visualmente fascinante.
La dualidad entre Naoe y Yasuke no solo refresca las mecánicas habituales, sino que también propone estilos de juego bien diferenciados que enriquecen la experiencia. Y aunque la narrativa es predecible en algunas ocasiones, y múltiples misiones secundarias son más relleno que otra cosa, el juego logra sostenerse gracias a la escala épica que gana tras cada golpe.
Shadows es por eso una experiencia sólida y visualmente impactante, que resulta en un videojuego que exige tiempo, pero que va recompensando con creces la exploración que vamos desarrollando. Y en ese camino, se posiciona como una de las entregas recientes más robustas de la saga, reafirmando que el Credo sigue muy vivo. Especialmente entre estas katanas y sombras.
Assassin’s Creed Shadows ya está disponible en plataformas como PS5, Xbox Series X/S, PC y Mac.