Los Bunkers estremecieron al Estadio Nacional con un concierto que los inmortalizó

Los Bunkers subieron hasta a los personajes de 31 Minutos en un show pensado de principio a fin, pero que también dio pie a la emotividad que no se puede calcular. Foto: Joss Moisan
Los Bunkers subieron hasta a los personajes de 31 Minutos en un show pensado de principio a fin, pero que también dio pie a la emotividad que no se puede calcular. Foto: Joss Moisan

La banda de Concepción se paró en el coliseo ñuñoíno sin tapujos, y con un show de primer nivel, para presentar un largo, emocionante y brillante recorrido por toda su historia musical. En base a una treinta de canciones, y varias sorpresas que incluyeron desde Víctor Jara hasta 31 Minutos, lograron concretar un recital que tampoco olvidó la historia del recinto deportivo.

La convocatoria de Los Bunkers simplemente no estaba en duda. La primera fecha, de sus dos shows en el Estadio Nacional, estaba con sus entradas completamente agotadas, por lo que se esperaba una performance a tablero vuelto. Y la segunda, agendada para este domingo, solo tiene disponibles tickets para el sector de cancha.

Por eso nadie podía argumentar - ni ayer, ni hoy, ni mañana - que la banda penquista carece del arrastre suficiente para pararse en el escenario histórico de tantas batallas deportivas, momentos sociales emblemáticos y lágrimas que persisten hasta el día de hoy.

Pero aún con la esperada asistencia masiva, igual podía surgir una duda, especialmente en alguien como yo que nunca se ha considerado uno de sus fanáticos: ¿Estaría la puesta en escena y el despliegue al nivel de tal expectativa? ¿Podrían justificar la realización de sus conciertos en el coloso que habitualmente se destina a artistas y bandas de nivel mundial?

Pues bien, sin temer en caer en las exageraciones, desde ya se puede decir que bastó una sola canción para despejar las dudas. Con las pantallas gigantes, el juego de luces y la compenetración musical, marcada por un sonido espectacular, solo se puede decir que todas las cartas se pusieron de inmediato sobre la mesa.

De hecho, en sus tres horas de rock y grandes emociones, desde la explosiva y elocuente “Ven Aquí” hasta ese himno absoluto llamado “Llueve sobre la Ciudad”, Los Bunkers desataron todo su talento y potencia para dar rienda suelta a un show sólido, de nivel internacional, que sin problema puede ponerse al lado y al frente de cualquier concierto realizado en la historia musical de esta larga y angosta faja de tierra.

Más aún, pese a que solo han pasado un par de horas al momento de escribir estas palabras, desde ya se puede decir que se trató de un recital histórico que elevó a la música chilena, la cual no siempre tiene la oportunidad de tener al Nacional como escenario.

Y es que la conjugación de Los Bunkers, junto a la extraordinaria colaboración de la prodigiosa baterista Cancamusa, se complementaron para gestar una gigantesca efusión musical que aprovechó de punta a cabo al gigantesco escenario con toneladas de implementos, sus llamativas pasarelas - a las que les sacaron el jugo para dar tiempo a cada músico - y, sin olvidarlo, al propio estadio en si.

En síntesis no hay exageración al afirmar que este concierto merece ser elevado tan alto como la más recordada presentación nacional en el mismo recinto ñuñoino: aquél legendario regreso de Los Prisioneros, en dos fechas, a comienzos de este siglo. Así de claro, así de elocuente y así de tapabocas.

Foto: Ignacio Orrego.
Foto: Ignacio Orrego.

Antecedido por una buena presentación de Pedropiedra, y un breve stand-up de Fabricio Copano que incluyó un notable chiste sin censura sobre su metamorfosis en Kike Morandé, Los Bunkers concretaron a grandes rasgos un largo, emocionante y brillante recorrido por toda su historia musical, incluyendo una treintena de temas de su discografía iniciada, mira tú, a comienzos de este siglo.

Ahí estuvieron obviamente temas primigenios como “Fantasías animadas de ayer y hoy”, “Entre mis brazos” y “Yo sembré mis penas de amor en tu jardín”, así como canciones de su más reciente disco, Noviembre, incluida la obra homónima.

Obviamente también estuvieron sus más grandes hits, incluyendo los temas ya mencionados al comienzo, junto a temazos como “Miño” y también una versión notable de “Ahora que no estás”. Todo lo que se podía esperar, estuvo, y nada se sintió que sobró, pese a la larga extensión del show.

Pero Los Bunkers también se dieron el tiempo para tocar la tecla emotiva haciendo historia en el estadio.

Un pueblo sin memoria es un pueblo sin futuro

Tras un cover de “El necio”, el recinto de avenida Grecia se fue a negro para dar pie al despliegue de un dron. Y ahí, luego de que las pantallas presentaban las imágenes de un Nacional abarrotado de punta a cabo, la sorpresa absoluta se gestó, las mandíbulas se desencajaron y el grupo de Conce apareció de la nada en el memorial de los detenidos desaparecidos.

Fue ahí que, con el lema “Un pueblo sin memoria es un pueblo sin futuro” de fondo, la agrupación penquista se mandó un tremendo cover de “La exiliada del sur” de Violeta Parra para emocionar y desatar los aplausos incontrolables. Personalmente, de pura impresión grité un: “oh, la cagó”.

Claro que aquella no fue la única canción desde ese sector, pues también en esa sección acústica se incluyó a ”Calles de Talcahuano”, “Entre mis brazos” y “El Detenido”, el primer tema de su primer disco, el cual remarcaron haber realizado como si esta ocasión hubiese estado destinada.

A lo largo del concierto obviamente hubo más covers que el de Violeta, incluido el siempre requerido “Ángel para un final” de Silvio Rodríguez, junto a un par más.

Ahí es necesario destacar que otro gran momento ocurrió una vez que, en pleno encore, los músicos recuperaron su cover de “El derecho de vivir en paz”, el cual incluyeron en su primer disco, para dar paso a la aparición en pantalla de Víctor Jara y el despliegue de su voz para realizar una performance que fusionó el ayer y el hoy por el mañana.

En todo ese camino también hubo más sorpresas, desde una aparición de Guaripolo y los personajes de 31 Minutos hasta la inclusión de Pedropiedra para acompañar en los teclados en un par de temas, las cuales dejaron en claro la ambición de que cada momento y segmento del recital estuvo pensado hasta el más mínimo detalle.

Pero, como era de esperarse, la emoción igual dio pie a momentos que no se sintieron para nada de pauteados.

El mejor momento involucró a un Mauricio Durán al borde de las lágrimas, quien realizó una sentida reflexión sobre el estado de violencia, tanto en Chile como en el mundo. “En días como estos, en que uno se reúne aquí, uno siempre se pregunta: ¿por qué uno canta? ¿Por qué vinimos a un concierto a cantar? Supongo que no nos queda más que aferrarnos a una idea un poco inocente de sentirnos un poco más acompañados en días que son turbulentos”, remarcó antes de la interpretación de “El Detenido”.

“Este lugar es muy especial porque se construyó para recibir y multiplicar la alegría de un país, este estadio, pero la historia también nos ha demostrado que un lugar tan bello como este, en manos equivocadas, puede transformarse rápidamente en la vasija de mucho dolor y de mucho miedo”, agregó. Y ahí remarcó que igual se ha demostrado que el tiempo puede transformar al miedo en reflexión y en memoria, la que a su modo de ver siempre trae “un brillo de esperanza” y, con suerte, se puede transformar en una alegría.

Ese mensaje enmarcó al concierto de punta a cabo, pues Los Bunkers buscaron darle un sentido a su presentación en el Nacional, la que fue más allá de la mera replicación de hits, uno tras otro, pues exitosamente recuperaron su propia historia en el marco del legado que involucra al recinto más importante del país. Y definitivamente eso fue más que suficiente para inmortalizar a esta primera gran presentación.

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