El verano es la temporada en que podemos aprovechar variedades de frutas que tienen su madurez en esta época. Pero este proceso es breve, por lo que para poder extender la experiencia de comer un durazno, o cualquier otro fruto, es indispensable convertirlos en conserva.

Esta forma de preservación se ha vuelto una de las preferidas por muchas personas, debido al dulzor agregado, que la ha convertido incluso en postres. Es por esto que debe conocer todos los aspectos de este producto, para entregar las mejores conservas a sus clientes.

La conservación de una fruta es un tratamiento térmico en el que se le somete a altas temperaturas, lo que provoca que el producto se mantenga inocuo y sano para el consumidor. En el proceso se rellena la fruta con almíbar a base de azúcar, por lo que es recomendable controlar su ingesta.

Aunque los conserveros, pensando en esta problemática, han desarrollado fórmulas con almíbar disminuidas en azúcar, buscando conseguir que este sea más saludable.

Las frutas en conserva suelen durar una gran cantidad de tiempo, incluso años manteniendo sus propiedades. Pero para que su duración no se vea interrumpida debe tener cuidado con el envase, que debe estar en buenas condiciones y sin golpes que puedan provocar fisuras.

En caso de presentar pequeños cortes, o que esté roto, significa que tuvo contacto con el oxígeno, lo cual eliminó sus propiedades conservantes y debe ser desechado de inmediato. Recuerde antes de vender una fruta en conserva revisar que el envase se encuentre sellado y en óptimas condiciones.

Si es que el tipo de sellado contiene un "abre fácil", mantiene la propiedad del sellado. En cuanto a los materiales del envase, debe tener cuidado, ya que en el caso de los plásticos "tienen el riesgo de estar expuestos a mayores fisuras, por un tema del tipo de material y manipulación que se pueda dar en los almacenes y supermercados", comentó Gonzalo Letelier, director de Colegio de Ingenieros en Alimentación de Chile A.G.