En la cancha de la amiga
De repente me pasó. Me puse a tomar y terminé desnudo con mi mejor amiga. Llegué a mi casa, y la vergüenza de verle la cara a mi mujer y a mis hijos era increíble.
Doctor Cariño:
De repente me pasó. Me puse a tomar y terminé desnudo con mi mejor amiga. Llegué a mi casa, y la vergüenza de verle la cara a mi mujer y a mis hijos era increíble. Fue como si fuera una lacra, un degenerado. Y lo hice. Cuando me junté de nuevo con mi amiga para decirle lo mal que la habíamos hecho, ella se sinceró, me dijo que no pescara y me terminó convenciendo de que fuéramos a un motel otra vez. Y ahí me terminé de morir. Vi a la genter de mi casa y mis hijos chicos me miraban y me sentía un sucio. Ahora no quiero más. Me arrepentí y he ido hasta la iglesia para que el de arriba me perdone.
Leandro
Mi señor:
Que vaya a la Iglesia es un buen indicio de que, al parecer, es un hombre que tiene su fe intacta. Y con esa misma fe va a amarrarse lo que usted sabe para no andar más portándose mal para después pegarse latigazos en la espalda. No venga a venderme la pomada de que sufre tanto y a los dos minutos anda metiendo la cabeza en el inodoro. Por eso le digo al tiro: o la corta o se va para otro hogar a vivir solito. Su esposa y niños no están para un papá mentiroso, que anda jugando en otras canchas. Eso no se hace ni menos con su querida mujer que le dio el sí en el altar. Así que pídale a Diosito que le dé un buen castigo, porque si a mí fuera, lo agarraría a patadas en el hoci.
Envíe sus consultas y dramas de tipo amoroso a: doctorcarino@lacuarta.cl
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