Doctor:
Tengo un gran problema con mi mujer, pero me di cuenta de que parece que soy yo.
Ando todo el tiempo con el niño encumbrado, pienso todo el día en sexo: en la pega, en la micro, y en mi casa mi señora me dijo que se aburrió de mí, porque -según ella- lo único que quiero es hacerle el amor y nada más.
Puede ser que tenga razón, pero hace dos semanas que se enojó y me tiene enfermo de los nervios. Le juro que ando caminando con un martillo.
El otro día a la micro se subió una cabra con buzo y casi me desmayé. No me podía bajar del Transantiago, pues andaba con un pantalón con nariz. Es en serio, mi doc.
Y no sé qué hacer ahora que mi esposa no me quiere dar la pasada.
Negrete
Señor Oscuro:
Lo que tiene usted me lo comentó un paciente hace como tres meses. Se llama priapismo, una “enfermedad’’, en la cual el pene pasa tieso debido a la irrigación constante de sangre.
Claramente debería concurrir a un urólogo para verse. Pero sólo si corresponde a ese diagnóstico. Para serle sincero, lo que le pasa a usted es de puro tetera nomás, pues al leerle sus palabras, habla de que piensa sólo en sexo, anda mirando piernas y trastes todo el día y más encima le exige a la patrona que se manifieste noche tras noche para satisfacerlo. Eso no corresponde, mi perro.
Yo que usted voy a un siquiatra o a un sicólogo, porque la cabeza de abajo depende mucho de la cabeza de arriba.
Hay otras, en realidad, miles de cosas, aparte del potito pelao. Su señora no es un instrumento para salvarlo diariamente. Ella necesita amor, comprensión, diálogo. No puro sexo. Por eso se le arranca. Ella no está sólo para el dele que suene.
De verdad, mi amigo, vaya a verse la cabecita. Se lo digo en buena onda y por el bien suyo. Ojalá que el tratante sea doctor y no doctora.
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