Doctor Cariño:

Trabajo en la Plaza Ñuñoa, pero no le diré el bar para no perder la pega. Llevo tres meses y no me quejo, porque las propinas son buenas y me sirven para pagar los materiales, porque estudio arquitectura y a mi viejo no le alcanza para ayudarme.

Hace poco atendí una mesa donde habían puras señoras. Llegaron temprano y después de tres horas con tanto espumante una quedó tan arriba de la pelota, que me empezó a tirar los cortes. La dura es que podría ser mi mamá, pero le acepté la oferta de irla a dejar a cambio de un billete. Cuando llegué a su depa se me tiró encima y yo le seguí la corriente. Me dio cien lucas, lo que gano en dos fines de semana, y ahora me dice que nos juntemos de nuevo. Me da lata, porque no me quiero convertir en su juguete. Ayuda.

Tuto

Don Tutito:

No tengo dudas que haberle destapado las cañerías a la veterana más que un martirio debe haber sido una experiencia religiosa, porque de yapa tiene que haberse quedado dormido como un ternerito lechón tomando la papa al pie de la res. Pero hacer las tareas a la doña por plata tiene un solo nombre, mi amigo, y no es muy bonito.

El dinero fácil es muy tentador, sobre todo cuando en la universidad se anda a patás con las fotocopias, pero nada justifica arrendar el chipote. Además de feo es peligroso, porque puede que usted sea sólo parte del menú de la catadora de espumantes, así que nadie le garantiza que más encima se pegue quizás qué cosa. Vuelva a las propinas nomás. Y pórtese bien.

Tus consultas y dramas de tipo amoroso pueden aparecer en la Ventanita Sentimental si las mandas a doctorcarino@lacuarta.com