El Zafrada: De niño símbolo del terremoto a la funa en redes sociales

Víctor Díaz, uno de los personajes que surgió durante la cobertura del terremoto del 27F, también tuvo una infancia marcada por ser uno de los primeros “niños virales” de Chile. Hoy ha conocido las dos caras de la fama: triunfando en programas de cocina, pero también sufriendo el escarnio popular por su apoyo a las carreras de galgos.

Cuando el equipo de 3TV viajó a la zona del epicentro del terremoto del 27F, una de sus notas más viralizadas sin duda fue una llamada “Terremoto: La cara inocente de la catástrofe”.

Los 7:30 que dura el video son protagonizados por un niño llamado Víctor Díaz, en ese entonces de solo 8 años, quien relata cómo es la vida sobreviviendo con los escombros y, más importante aún, sin estar recibiendo apoyo en los días tan difíciles donde un pueblo perdió desde sus casas hasta su colegio.

El niño, oriundo de Iloca, rápidamente se convirtió en uno de los símbolos de aquellos días, por su forma cándida de expresarse y enfrentar la tragedia y, además, por un error que lo marcaría para siempre: en lugar de decir que faltaba que entregaran frazadas, dijo “zafradas”.

Así es como el pequeño Víctor comenzó a ser conocido como el Zafrada y rápidamente empezó a vivir la fama, convirtiéndose en uno de los primeros niños virales de nuestra época. Entrevistado en noticieros y matinales, terminó recibiendo un regalo del mismísimo Felipe Camiroaga: un caballo llamado Dominó.

De allí, Víctor Díaz siguió intentando llevar una niñez lo más normal posible, aunque cada año que pasaba y se recordaba el terremoto, también se buscaba y recordaba su figura. De cierta manera, el Zafrada nos conectaba con la parte dulce del terremoto, el haber superado los contratiempos con optimismo y sin temor a equivocarse en el “hablamiento”.

Su vida en el sur permitió que, de cierta manera, creciera alejado de los medios, aunque tras su fenómeno comenzaron a nacer nuevos niños virales, que ya no salían de tragedias, sino de videos de internet. El Tarro, el Chimuelo, el Niño Palo y otros fueron apareciendo como nuevos Zafradas, nuevas figuras que, sin buscar la fama, quedaron en el inconsciente colectivo de toda una nación.

De hecho, en 2019 se anunció una película que pudo haber sido el momento cúlmine para estos niños virales: una cinta protagonizada por todos ellos y el Monito Vidal, llamada “Los Ciber Amigos”. El proyecto pasó por varias etapas: primero iba a tratar sobre el secuestro del hijo de Arturo Vidal y luego sobre cómo este grupo de Avengers de lo viral resolvería el problema de la sequía en Chile.

Por supuesto, en 2019 ocurrió el estallido social y en 2020 la pandemia, así que la película quedó sin terminarse. En esa época, Víctor Díaz también se encontraba decidiendo su futuro. Con 18 años, ya había dado la PSU y tenía ganas de entrar a la universidad, estudiar y, quizás, comenzar una vida un poco más normal, pero el golpe de la pandemia, 10 años después del terremoto, lo puso a prueba.

Un año después, Zafrada volvería a la TV, ahora como parte del programa El Discípulo del Chef de Chilevisión, el cual terminó ganando gracias a sus habilidades culinarias y el cariño del público, que entregó más del 90% de los votos para que ganara. Sin duda, a pesar de que ya no era un niño, los chilenos lo tenían presente. En aquel programa ganó 15 millones de pesos, los que destinaría para financiar sus estudios de Ingeniería Agrícola.

En ese programa aprendimos varias cosas de él: que su infancia la sintió hostigosa, sobre todo porque no podía estar tranquilo por la fama que tenía y que, además, le tiene un miedo tremendo a los aviones luego de conocerse el accidente de Felipe Camiroaga, animador con quien formó un lazo de amistad.

Sin embargo, como suele ser la fama, lo que sube muchas veces tiene que caer, y el propio Zafrada no fue exento de aquello. Las mismas redes sociales que lo levantaron, el año pasado se tornaron en su contra, cuando Víctor “Zafrada” Díaz apareció en un video apoyando las carreras de galgos, lo cual fue rápidamente encarado por el ala animalista de las redes sociales, lo que resultó en el cierre de su cuenta de Instagram, que hasta el día de hoy se mantiene con candado y 139 mil seguidores.

Un triste escenario que esperamos no sea el final de la historia del Zafrada, un niño cuya vida fue cambiada por el terremoto quizás más que la de cualquier otro niño. Quizás hoy disfrute de un merecido descanso del ojo público, que tanto tiempo usufructuó de él, optando por mantenerse alejado de la vida pública, dedicarse a terminar su carrera y seguir con la pasión con la que comenzó tan temprano: los caballos.

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