Con una picana eléctrica, un arma paralizante capaz de generar hasta 20 mil voltios, fue asesinado Jaime Oliva Robles (79).

Héctor Musso, el abogado de la familia del ex martillero público, aseguró ayer que el anciano no murió intoxicado por monóxido de carbono, sino que víctima de una descarga eléctrica.

El profesional, que tuvo acceso al preinforme pericial de la doctora América González, aseguró que Oliva falleció víctima de una paro cardíaco provocado por un arma de este tipo, que generalmente sólo provoca la parálisis o la inconciencia de la víctima.

Gerardo Rocha le compró una de estas armas a Dante Yutronic, propietario de la Casa del Espía, quien se la entregó en su oficina tres semanas antes del crimen.

"Don Jaime estaba agónico o muerto al momento en que se provocó el incendio", explicó el jurista.

La segunda autopsia se realizó a petición de Musso, quien exigió que durante la diligencia estuviera presente un perito de confianza, encargo que recayó en la doctora González. "El cuerpo se sometió a rayos X y no se encontró la evidencia de impactos, pero aún falta otras percias, en las partes blandas del cadáver", preciso.