Alan García, el presidente que "acortó" Chile

Tensa y a ratos calma, así fue la relación del ex líder peruano con nuestro país, al que llevó a La Haya y le ganó un trocito, trató de "republiqueta" y tuvo como gran socio comercial en la primera etapa de Piñera.

"Republiqueta". Así calificó Alan García a Chile el 16 de noviembre del 2006. El término no figura en la RAE, pero no hay que ser erudito para advertir el insulto que el en ese entonces presidente peruano pronunció, molesto con lo que sentía que era un ánimo de envidia y temor que nacía desde el mandato de Bachelet hacia el florecer de su Perú.

Esta es sólo una demostración de la relación tensa entre ambos gobiernos cuando el ahora fallecido líder incaico era la máxima autoridad de su estado.

Explosivo y de un liderazgo picante, García vivió con intensidad hasta el epílogo de su línea de tiempo, la que dejó de anotar sucesos ayer, cuando el aprista tomó la determinación de quitarse la vida, aparentemente apremiado por una investigación que podía ponerlo de por vida tras las rejas: el Caso Odebrecht, que involucra en sobornos a una decena de países latinos.

A un mes de llegar a las siete décadas (el 23 de mayo cumplía 70), un tiro en su cabeza percutado por él mismo terminó con su historia, la que en la arena política lo puso entre los grandes -más allá de su final-, ya que fue mandatario de Perú en dos períodos: 1985-1990 y 2006-2011, además de ser diputado y senador.

Fue en su segunda incursión como líder del país vecino cuando tuvo más roces con Chile, como la ya mencionada ofensa del "republiqueta" y, ya con Piñera en La Moneda, una pugna en La Haya (que finalmente favoreció a Perú el 2014, haciendo que nuestra frontera retrocediera varias millas), la que sorpresivamente no dañó las relaciones entre ambos gobiernos.

De hecho, con el actual presidente hizo buenas migas, gracias a una política económica concordante, que generó acercamientos en esa área.

Durante su última visita oficial al país, Alan García fue investido con la medalla Bicentenario del Congreso Nacional.

Se especula que el ex presidente analizó la opción de pedir asilo político en nuestro país el año pasado, confiado en que de esa manera podía evadir la investigación del Caso Odebrecht, cargos de los que siempre se declaró inocente.

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