Las casonas con aires coloniales del siglo XVII, con su impronta de paja, ladrillo y adobe, son la pasión de Ana María Vidal (32). Casada y madre de una nena de 3 años, si bien nació en México sus papás son más chilenos que los porotos y hace una década, enamorada de  nuestra arquitectura -que empieza a ceder ante los edificios-, se arranchó por acato y nacionalizó.

Fue su mamá, becada por la OEA para realizar restauraciones culturales en tierras cuates, quien le infundió el amor por el arte. Por eso hoy crea hermosos retablos -que le demandan entre dos semanas y un mes de pega-, únicos y originales.

"Mi veta artística viene claramente por mi familia. Mi mamá era escultura y mi papá pintor", dice. Y aunque es autodidacta, a todo lo que hace intenta darle un toque profesional.

INTERNACIONAL

En 2000 presentó un proyecto al Fosis y le fue bacán. De ahí en adelante no ha cesado en sus creaciones, las que son muy valoradas por los turistas: Franceses, tanos, chinos y mexicanos conforman su clientela.

"Me interesa recuperar las viejas casas de las urbes, es como rescatar los frontis que no volverás a ver", indica.

Detrás de cada retablo hay parte de la historia de las viviendas, que se empeña en inmortalizar con cemento, hojalata y yeso, dependiendo del tamaño y modelo que le pidan.

- ¿Te piden motivos en particular?

- Muchos desean retratar sus propias casas. Es por el valor sentimental que todos les damos a nuestros hogares.

- ¿Y edificios históricos como La Moneda o la Catedral?

- Una vez me pidieron el retablo del edificio de la Fuerza Naval de Valparaíso para regalarlo a no sé quién, y cuando iba en la mitad desistieron. Aún lo tengo...

Aparte de las manualidades, Ana María es embajadora de los bailes mexicanos en Chile y el próximo fin de semana se presentará en la Fiesta Costumbrista de Catapilco, tal como aparece en las fotos.

Viviana Fainé Brath