Asesino de Saba ahora tiene animita milagrosa en Hualañé

Como fila de hormigas los creyentes en animitas milagreras suben uno de los más escarpados cerros de Hualañé para llegar hasta la ermita que, en septiembre de 2007, Mario Lecaros Pinto, el asesino del empresario Mauricio Saba, mandó construir en memoria de uno de sus amigos.
Así, sin querer queriendo, Lecaros levantó su santuario personal que tras su suicidio se convirtió en lugar de peregrinación.
Una cruz de más de dos metros de altura preside el lugar donde una banca realiza la función de reclinatorio para dedicarse al rezo o la meditación. Tras su muerte los romeros y promesantes le han agregado flores, fotos y hasta motos todoterreno de juguete.
Los lugareños aseguran que cuatro maestros pelaron el ajo durante varios días para erigir el santuario, y otros tantos para enchular la imagen de la virgen María del Cruce de Parronal y el Cristo de Palquibudi, ubicado a un costado de la Ruta J-60 que se venera en la localidad de Rauco. Todo lo pagó Lecaros.
El fenómeno no es raro en Chile donde se acostumbra transformar en milagrosas las tumbas o animitas de asesinos y delincuentes caidos en su ley.
Es el caso de las tumbas de Francisco Cuadra y Luis Osorio, los asesinos de las hermanas Vera Romero y su empleada, hecho acaecido el Viernes Santo de 1963; la sepultura de Emilio Dubois, en Valparaíso; los lugares donde se encontraron los restos de Hans Pozo, el "Descuartizado de Puente Alto", y el Memorial a las 14 adolescentes violadas y muertas por Julio Pérez Silva, el Sicópata de Alto Hospicio.
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