Crónica

Bacanes encendían puchos con billetes en casino de juegos terrible de trucho

La policía civil se llevó preso hasta el gato de un casino clandestino que funcionaba en pleno barrio Patronato, en Recoleta.

En la redada contra el vicio y las apuestas prohibidas, los detectives arrestaron a los cuatro encargados del garito y a 17 ludópatas terminales, entre ellos dos mujeres de nombres Cecilia y Débora.

Los policías allanaron la timba de calle Loreto 225  a las 2 de la madrugada de ayer.

El salón de juegos estaba casi impenetrable por el humo del pucho y alumbrado con así unos focos que colgaban del techo.

Tras abrirse paso en medio de la humareda, los policías hallaron cuatro máquinas tragamonedas y cinco mesas en las que sorprendieron a 17 personas en pleno campeonato de póker.

Cómo estaría de bueno el juego que los detectives tuvieron que gritar tres veces ¡policía! para que los viciosos soltaran las cartas. Después volaron los vasos a medio tomar y los ceniceros atestados de colillas.

En la "Operación Casino Royale" participaron 40 funcionarios de la Brigada contra el Crimen Organizado (Brico). Los policías incautaron las tragamonedas, cinco mesas de paño verde, una ruleta chica, dados, naipes, una cachada de cajas con fichas, cheques y los 2 millones de pesos en billetes que tenía la banca.

El boliche era regentado por Ashraf Kanaan, Nicolás Shahwan, Miguel Cumsille y Husam H.J. Qumseya. Fueron sorprendidos manejando el dinero de los apostadores, tirando fichas por los paños y sirviendo copetes.

El jefe de la Brico, subprefecto Raúl Castellón, dijo que el casino estaba fondeado dentro de una academia de pool. Los viciosos de toda la vida entraban por una puerta lateral y hacían sus apuestas en salones habilitados en forma de "L". Había una oficina donde se cambiaba el dinero por fichas.

Los clientes bacanes tenían hasta "crédito". Se trata de comerciantes y empresarios de Patronato, del barrio alto y de la Quinta Región, todos conocidos por los encargados del clandestino. Según la policía, en el local circulaban varios millones en efectivo y cheques.

El garito tenía portero, que también actuaba como "sapo", y hasta gomas que iban a comprar cigarros y a sacarles plata al cajero a los parroquianos que iban quedando patos.

Los clientes del casino debían pagar una postura de 100 lucas para entrarle al juego y empezar a pedir cartas.

El casino ilegal fue desbaratado a partir de la denuncia de vecinos que desde hacía cinco meses veían gente muy bien vestida que llegaba en puros autos lujosos.

"El leseo era de lunes a viernes. Partía como a las 11 de la noche y veíamos gente que salía a las 9 de la mañana del otro día", comentó una vecina.

Carlos Godoy S.

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