La buenamoza cajera empezó a llegar a la pega con la mejor pintacha. Se había comprado nuevos bolsos, vestidos a lo Bolocco, e incluso hasta se hizo unas mechas dignas de una peluquería cinco estrellas.

Dos meses tardó el administrador del conocido restaurante "El Rápido", frente al Palacio de los Tribunales, en darse cuenta de que su enchulada empleada le estaba choreando cerca de 200 lucas diarias. Y todo para lucir como la reina de Jordania. Súper patuda.

La sucia movida de E. H. (21) empezó a tejerse apenas la lola llegó a trabajar al restaurante de las de pino y queso en agosto pasado.

Los encargados del local le echaron uno ojo al balance de cuentas y descubrieron que, repentinamente, el negocio no funcionaba tan bien como en meses anteriores.

De vender 800 lucrecias diarias por las apetecidas empanadas, las cajas arrojaron el triste resultado de 600 lucas menos por jornada, cosa que puso cachudos a los caporales.

Ayer el administrador hizo la denuncia a Investigaciones y los sabuesos descubrieron el mote con las cámaras de seguridad del chiringuito. La detuvieron de una.

"Lo que hacía ella era dejar de boletear algunas ventas y anotar el valor de ellas en una libreta. Al final del día sólo rendía por las platas justificadas en esas boletas y se quedaba con el resto", explicó la subinspectora de la Brigada de Investigaciones Policiales Especiales, Carolina Valery.

La descarada fue sorprendida por las cámaras haciéndose el pino, guardando los billetes entre las piernas. La cabra ya tenía antecedentes por hurto y hoy será formalizada.