Chaleco de tortugas funó a contrabandista: Le dio ataque de risa
Después de cuatro meses de cachurear en ferias, locales de venta de mascotas (pet shops) y otras tiendas del rubro, detectives de Interpol interceptaron en el Paso Los Libertadores una importación no tradicional de tortugas de tierra argentinas.
La diligencia fue posible porque el ojo clínico de los detectives advirtió que un viajero procedente de Mendoza, posteriormente identificado como Pedro Vicente Salamanca Iribarra (44), mientras realizaba sus trámites de ingreso al país se rascaba como condenado las boleadoras y los muslos, y a ratos sufría inexplicables espasmos de risa histérica.
Temerosos de que portara un arma bacteriológica, sarna trasandina o fuera alérgico a los pasos fronterizos, los polis le solicitaron amablemente al chicha fresca que se despojara de su atuendo.
El striptease mostró que a Salamanca no le entraban balas, ya que estaba acorazado de tortugas.
El contrabandista de especies exóticas se había construido un chaleco artesanal con los quelonios, los que estaban adosados a su cuerpada con huincha de embalar. Los pobres sólo podían mover sus extremidades y fue justamente su desesperado pataleo el que le provocaba picazón y cosquillas al clandestino tortuguero.
ESPECIE PROTEGIDA
Salamanca fue detenido, ya que la simpática pero lenteja especie está protegida por la Convención Sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre (CITES, por sus siglas en inglés y para abreviar).
En el mercado negro de Santiago cada ejemplar se cotiza entre 7 y 12 lucas, dependiendo del tamaño y cuán dijes sean.
Las tortugas de tierra che, mantenidas en condiciones adecuadas, llegan a vivir entre 50 y 60 años (mucho más que la Concertación), aunque se tiene noticias de ejemplares que han llegado a los 80 sin despeinarse.
Mal cuidados en cautiverio, estos animalitos suelen sufrir una importante gama de enfermedades.
PATINETOS
En un ambiente doméstico de pisos con baldosas que no les permiten caminar correctamente -al patinar apoyan el vientre sobre el suelo- se atrofian sus miembros. Los huesos de sus patas se desarrollan horizontalmente y no los pueden usar como soporte vertical de sus caparazones. Este tipo de debilitamiento no se observa en animales que viven en jardines.
En cuanto a su alimentación, existe la creencia popular de que estos reptiles pueden vivir consumiendo sólo lechugas, pepinos y unas cuantas verduras más. Eso es falso y pernicioso para su salud. Flores, caracoles, insectos, frutas, hortalizas y carne picada cada 15 días constituyen la dieta adecuada, justo lo que les dieron los polis que las rescataron.
Manuel Vega O.
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