¡"Chepito" es ídolo entre los skaters criollos!

Álex Carrancio tiene 38 años y lleva 26 montado arriba de un skate. No tiene piernas y sostiene que su discapacidad se la pasa por el aro, porque asegura que sobre su tabla se la puede con todo lo que venga.
El hombre de la patineta es uno de los dos millones y medio de discapacitados que hay en el país, según el Fonadis, y no se achaca. Al contrario, con una risa contagiosa y la talla a flor de piel patina todos los días desde su hogar, en La Pintana, al centro de Ciudad Gótica.
Álex nació sin piernas y nunca quiso saber el porqué de su discapacidad. Tenía clarito que debía salir adelante solito y a los 12 años sus antenitas de vinil sintonizaron con una vieja tabla de skate que estaba tirada en el patio de su casa.
Ni tonto ni perezoso, la pescó y en los piques que se pegaba a las terapias de rehabilitación de la Teletón se convirtió en un adicto a la velocidad y la adrenalina.
"Me gustó movilizarme en skate porque es mucho más cómodo que la silla de ruedas y me permite ser independiente", explicó el caperuzo.
¡ÍDOLO!
Al "Chepito", como le dicen sus amigotes, lo conocen todos en el centro de Santiago y los skaters que van a pegarse los saltos al Eurocentro lo cachan de años y lo consideran un capo por todo lo que representa para el movimiento criollo.
"Es un ejemplo de superación para todos ver al Álex, porque demuestra que se puede", relató el Riffo, skater del sector.
"Además, muchos extranjeros me saludan y hartas gringas se sacan fotos conmigo" se quebró el "Chepito", aunque aclaró que su cucharón sólo palpita por su señora esposa.
Álex señaló no dominar mucho los trucos arriba de la tabla, pues ya no practica periódicamente los movimientos, pero "igual me defiendo saltando cunetas, levantando la patineta y haciendo lo que se puede con algunas escaleras", se aniñó.
INSPIRACIÓN
Con años de circo, rasmillones y peladuras en los codos, Álex cuenta que su vida arriba del skate lo ha convertido en un hombre terrible feliz y le ha servido de inspiración a sus hijos, quienes aprovechan de sacarle la tabla a escondidas y pegarse los trucos mientras él ronca en su palacete.
"Tengo dos y a ellos les encanta que ande pa' todas partes arriba del skate. Se sienten orgullosos de mí. Además, en el barrio todos me cachan", comentó con el pecho inflado.
- Oiga, mostro, ¿y cómo la hace?
- Con harto esfuerzo y pasión, poh. No hay de otra.
- Se las ha recorrido toditas arriba de la tabla...
- ¡Uff! Si esta tabla hablara...
- ¡Cuenta, poh!
- Como te digo, he hecho de todo arriba de ella y si me motivo hago hasta el vuelo del cóndor... ¡ja, ja!
- ¡Saaaaa!
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