Cómo planeó su crimen la mujer que descuartizó e hirvió a su pareja
Los escabrosos detalles del crimen que confesó la comerciante ambulante Rossana Andrea Valdés Caro, no dejarán dormir tranquilos por días a los polis que escucharon estupefactos su relato en la Cuarta Comisaría de Molina, Región del Maule.
La mujer, de 34 años, les contó a los carabineros que había asesinado de un tiro en el pecho a su pareja, Claudio Andrés Muñoz Ramírez (43). Luego -aseguró- cercenó su cuerpo y puso a hervir en una olla de 50 litros el cráneo y las extremidades.
De acuerdo a la mujer, hirvió los restos inspirada en series y películas policiales de quinta categoría. "Pensó que de esa forma no derramaría tanta sangre y sería más fácil ocultar el cadáver", informó el mayor de Carabineros, Pedro Díaz Reyno, quien agregó que Rossana dijo: "No existe el crimen perfecto".
BAJO LA CUNA
Los espeluznantes hechos comenzaron a desencadenarse el viernes pasado, cuando, según la imputada, su pareja le robó 5 millones que guardaba en una caja bajo la cuna de la pequeña hija de ambos de 8 meses. El dinero era parte de la plata obtenida por la venta de la casa de su madre.
Muñoz, afirmó la acusada, se gastó el dinero en toneles de vil copete y mujeres, por lo que se agarraron de las mechas. El hombre salió y al volver, cegada por la ira, Rossana sacó un revólver calibre 38, inscrito a su nombre, y le disparó letalmente en el pecho. Eran cerca de las 4 de la madrugada del sábado en la casa que compartían en la población San Hilario.
Aún absorta, Rossana dejó el cuerpo de su víctima tirado en un sofá y se fue a dormir. Agregó que al despertar, cerca de la 9 horas, pensó en deshacerse del cadáver y se acordó de varias pelis policiales.
La vendedora confesó que tomó un cuchillo sierra y cortó las extremidades y el cráneo de su pareja, para luego ponerlos a hervir en un fondo metálico, en su cocina.
HANS POZO
En su declaración, indicó que tiró el cuerpo al suelo y “me puse a hablar sola conmigo y con Dios”.
"Le corté la cabeza, pensaba en el caso Hans Pozo, que no lo iban a poder identificar sin la cabeza", declaró Rossana a la policía. También testificó que "la cagué, me eché más mierda", por haberlo descuartizado.
Añadió que luego de unas horas retiró los restos y, junto al tronco que no fue hervido por su tamaño, los puso dentro de bolsas de basura. Dejó los sacos con la evidencia en su vehículo y al otro día se dirigió a Talca para enterrarlos en algún lugar. Pero el remordimiento y el pánico la atraparon y, tras dar varias vueltas por la ciudad, decidió regresar a Molina.
Más consciente del horrendo asesinato, tomó a su hija y la dejó al cuidado de un familiar. Luego se entregó a Carabineros, donde se confesó ante la mirada atónita de los uniformados.
Tras detenerla, efectivos del Labocar allanaron su domicilio, donde encontraron las bolsas con el cuerpo cercenado. También requisaron la olla.
Ayer Rossana fue trasladada hasta el tribunal de Garantía de Molina, donde dijo a la prensa que había actuado por miedo. A pesar de su confesión, la fiscal Mónica Barrientos solicitó ampliar el plazo de formalización, por el delito de parricidio, para hoy a las 10.45 horas.
La abogada defensora, Carolina Gutiérrez, destacó que Rossana no actuó en legitima defensa, pero aclaró que hay que tomar en cuenta que "sufría maltrato sicológico".
"No existe ensañamiento, por cuanto la muerte fue por un solo tiro y posteriormente las acciones destinadas a ocultar los hechos no fueron cometidas sobre una persona viva, sino contra un cadáver", resaltó la profesional.
"Él le pegaba"
"Lo lamento mucho por ella, porque era buena vecina y sobre todo muy trabajadora. A veces se escuchaba que ellos peleaban y ella lloraba mucho", relató Alexis Sepúlveda, su vecino. Una tía de la imputada agregó que "él le pegaba y se gastaba la plata que ella ganaba con esfuerzo. Todos sabíamos que él se portaba mal, pero no esperábamos que ella hiciera una cosa como ésta".
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