Crónica

Con balacera de miedo La Legua enterró al Chendo

Nada que ver con esos funerales grises, lamenteros y de escasa convocatoria con que la parentela traslada hasta el cementerio a los giles cuando se los lleva un cáncer, o los pisa un bus del Transantiago.

En la población La Legua Emergencia saben hacer bien las cosas. Se esmeran, especialmente, cuando se trata de organizar un funeral destinado a pasar a la historia.

Por eso el sepelio de Sergio Guzmán Osses (22), el "Chendo", fue una verdadera fiesta.

El pasaje Francisco Zárate, donde la noche del jueves fue acribillado a tiros por el "Bryan" (15), quien ya carga con cuatro muertos a la espalda, se engalanó con globos, guirnaldas y afiches alusivos que llaman a vengar el homicidio.

La casa donde se efectuó el velatorio parecía una réplica criolla de los Jardines Colgantes de Babilonia, una de las siete maravillas del mundo antiguo. El aroma a jardín -especialmente el de las rosas importadas-, se podía sentir a varias cuadras de distancia, así como el de los pitos de marihuana y el copete.

El ataúd fue sacado de la casa en los hombros de sus amigos y llevado en andas hasta la calle San Nicolás, donde en julio del año 2006 fue abatido su hermano Luis. Ráfagas de metralleta y disparos de armas automáticas saludaron el paso del féretro.

A un menor de 12 años -"me llamo Camilo, pero me dicen el Kevin"-, se le recalentó el arma de tanto disparar. "Si es de fogueo, le dijo a La Cuarta, los cabros grandes son los que tienen los fierros de verdad".

La policía desvió el cortejo en Ureta Cox y Santa Rosa para evitar que pasara frente al penal de San Miguel.

Dudosa decisión, porque así el centenar de automóviles, micros y furgones recorrió Vicuña Mackenna en toda su extensión hasta llegar al Cementerio General.

Un funeral de lujo. Ya se lo compara con el del Indio Juan o el del Cabro Carrera.

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