Ya definida la llegada de Jaime Valdés a Colo Colo, equipo al que se integrará el próximo lunes 30 de diciembre, según sapeó su representante Kevin Fioranelli en el portal tuttomercatoweb.com, no son pocos los hinchas que se preguntan que será del "Pajarito" en el Eterno.

Un contrato de tres años, tiempo en el que los alboadictos esperan que Valdés muestre su mejor cara y no agregue al Cacique, el equipo del que siempre se ha declarado hincha, entre los episodios menos glamorosos de un volante que en sus 14 años en el país de la Bota, dejó una huella de buen fútbol en todos los clubes donde jugó.

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Adiós al sueño olímpico

Había tenido una explosiva aparición en el peloteo chileno. Con sólo 18 años el "Pajarito" ya la rompía en Palestino y unos 20 meses después era vendido en dos palos del molido gringo al Bari tano.

Así llegaba como todo un crack a la selección Sub 23 que, en Londrina, se jugaba sus cartas para disputar los Juegos Olímpicos de Sidney 2000. Y para mala suerte del volante una fractura en el quinto metatarsiano izquierdo, sufrida en un partido amistoso ante Perú, lo dejó fuera del torneo que, históricamente llevó a la Roja a unos JJ.OO. donde se ganó una recordada medalla de bronce, y del cual el mediocampista no participó.

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Una muerte que marcó su vida

Uno de los episodios más tristes de los que tenga recuerdo Jaime Valdés ocurrió a mediados de 2000, cuando en un confuso incidente en el que participaron sus dos hermanos, papá y un amigo, el por aquellos días jugador del Bari italiano, se fue preso en el Centro de Detención Preventiva de San Miguel, acusado de haber participado en el homicidio de un delincuente en la comuna de El Bosque.

Si bien es cierto, junto a sus familiares y amigo quedó libre -previo pago de una fianza de 150 lucas por todos los involucrados-, el amargo capítulo que vivió en la muerte del delincuente (se comprobó en la justicia que su participación en el homicidio fue de "carácter pasiva"), lo dejó muy afectado.

"Tal vez nos excedimos, pero actuamos en legítima defensa. Pido disculpas a los familiares de la víctima, aunque él era una mala persona (...) tengo miedo a las represalias que tomen", reconoció el "Pajarito" a principios de junio de 2000, días antes de regresar a la península para integrarse al Bari.

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El maldito farol rojo

La selección Sub 20 de Chile, dirigida por Héctor Pinto, se preparaba para disputar el Mundial de la categoría en Argentina el 2001 con el mote de ser una de las favoritas para pelear por los primeros puestos. Equipo había para alimentar la ilusión, ya que en el lote se contaban los atajapepas Johnny Herrera y Eduardo Lobos, más una serie de talentosos jugadores como Rodrigo Millar, Hugo Droguett, Sebastián Pardo, Joel Soto y el propio "Pajarito" Valdés.

Sin embargo, una salida nocturna de un grupete de peloteros nacionales, entre los que estaba Valdés, dejó por el suelo la credibilidad del grupo y a los involucrados, el "Chino" Millar, el "Huevo" Soto y el "Pajarito" Valdés, con una imagen por el suelo. Tanto, que la actuación de la Rojita quedó en la historia deportiva de nuestro país, como una de las más al debe en torneos de esta categoría.

"Vimos unas luces rojas y pensamos que pasaba algo malo, por eso entramos. Pasaron unos quince minutos y llegó Carabineros", fue la explicación que por esos aciagos días daba Valdés, uno de los voceros del equipo que posteriormente dio néctar en Mendoza ante los representativos de Ucrania (2-4) y Estados Unidos (1-4), antes de irse de PLR del Mundial con un triunfo ante China (1-0).

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Testigo de un fatal accidente en Lecce

Corría el 2007 y Jaime Valdés movía las cañuelas en el Lecce tano. En esa estaba cuando "Pajarito" fue testigo de una fatal tragedia que le costó la vida al utilero del club aurirojo, Antonio di Giorgi, quien perdió la vida a consecuencia de un relámpago que dio directo en el trabajador de Lecce.

"Estaba recogiendo las pelotas y le cayó el rayo, es increíble. El médico le hizo respiración artificial, pero nos dijo que no se podía hacer nada. Murió en la cancha. Le salía humo por la cabeza (...) fue tremendo", reconoció Valdés, quien en su tercera temporada con la camiseta de Lecce era testigo de un hecho que lo marcó por siempre.

"Siempre hablaba con él, era una gran persona, muy sencilla. Yo llegaba de los primeros y ahí estaba siempre, le daba la mano (...) no sé qué más decir", finalizó.