Crónica

Denuncian a restaurante peruano de drogar y estafar a clientes en Vitacura

Un matrimonio acusó haber sido drogado luego de beber un pisco sour. Según ellos, les robaron el celular, las llaves y realizaron una compra fraudulenta en una casa comercial. El dueño del local se defendió, pero aparecieron nuevas denuncias...

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Esta preocupante historia tiene su inicio el pasado jueves 3 de junio, cuando el radiólogo Germán Arancibia y su señora, Paola Verdugo, asistieron junto a otro matrimonio de amigos al local Gran Museo Peruano, situado en calle Lo Gallo, comuna de Vitacura.

Mientras comían, como suele suceder cada vez que alguien visita algún restaurante peruano, quisieron probar una de sus especialidades: el pisco sour. Pero fue en ese momento cuando se les escapó todo de las manos…

De los cuatro, tres consumieron el brebaje, y relató Arancibia, "los que tomamos perdimos la conciencia prácticamente en su totalidad". Apenas un vaso les configuró un escenario que jamás esperaron.

"Mi señora y yo amanecimos en nuestro domicilio tras el rescate de un amigo, sin celular, sin llaves del auto, con una compra fraudulenta realizada en Ripley.com por $1.800.000 con la tarjeta de crédito de mi señora y con las claves bancarias cambiadas".

Eso fue lo siguiente que recuerda Arancibia.

Tras intentar encontrar respuestas a lo que había pasado, el radiólogo rastreó su celular extraviado y se sorprendió al notar que este se localizaba en una casa en calle Fidias, a un par de cuadras del restaurante: era la casa de su dueño, Pablo Vega.

"Me comuniqué con él y luego de algunas horas me confirma que uno de sus garzones había 'tomado' mi celular y me lo devolvió ante Carabineros (sin chip y con manipulación de los datos de éste). Cinco días después, el señor Vega me confirma que había 'aparecido' la llave del auto en el baño del restaurant", continuó Arancibia.

"Sin embargo, por la compra fraudulenta y el cambio de claves bancarias nunca se pronunció", completó.

Sobre qué es lo que les pasó esa noche, a él, a su señora y al otro afectado, el radiólogo ensayó muy convencido una hipótesis: "Sin lugar a duda fuimos víctimas de una sumisión química, probablemente causada por escopolamina (burundanga) en el pisco sour".

Y agregó: "Con el objeto de ser robados y estafados por al menos uno de los garzones de dicho local".

Un día más tarde de los hechos, según confirmó el médico, realizaron la denuncia ante la fiscalía de Las Condes.

La respuesta desde el restaurante

Pablo Vega, dueño del Gran Museo Peruano, entregó su versión de los hechos en conversación con Radio ADN:

"Mira, mi cliente yo creo que exagerando un poco el tema. Lamento mucho que pasó este tema (sic) y eso. Mis clientes igual me han llamado y me dicen que están preocupados", se defendió.

"Ese tema, lo del garzón, está en Fiscalía, esa parte, ellos manejan el tema. Los clientes me conocen, son frecuentes, están tranquilos", añadió.

Más denuncias

Hace apenas unas horas, Rosario Hevia, dueña de Ecocitex, tienda de ropa usada en Macul, utilizó las redes sociales del local para informar que vivió una situación idéntica.

Se sirvió del testimonio entregado por el doctor Arancibia, para explicar que también se descompuso en una visita al restaurante.

"Estuve un rato sola porque mi amiga se atrasó y me pedí un pisco sour…", comenzó.

"Resultado: me paré toda mareada al baño, no logré achuntarle a la puerta, me pegué en el hombro, vomité en el baño y, después, al llegar mi amiga, seguía sin sentirme bien, volví a vomitar y luego me llevó a mi casa porque a mí me costaba caminar", relató más tarde.

"Yo pensé que entre no haber comido y el stress, me había curado… pero mirando para atrás era muy muy raro que me sintiera tan tan tan mal con sólo medio pisco sour", completó y luego compartió el relato del médico.

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