“Dios Mío”: la historia detrás de la icónica portada de La Cuarta

El “diario popular”, acostumbrado a sus chistes y textos llenos de picardía, dio que hablar con su conmovedor titular sobre el ataque terrorista a Estados Unidos, el 11 de septiembre de 2001. Los detalles de esa emblemática portada los cuenta Julio Díaz Bórquez, editor general del matutino en ese entonces.

11 de septiembre de 2001. Una mañana tranquila. En Chile, nublada y primaveral. Como cualquier otra en esa época del año. El día recién comenzaba. Nadie se imaginaba que a las 8:45 de ese martes, un brutal atentado azotaría a Estados Unidos y, de paso, remecería al mundo entero.

A través de la televisión, aparecían las primeras imágenes de un avión que había impactado una de las Torres Gemelas, ícono neoyorquino. A las 9:03, sólo 18 minutos después, otra aeronave se estrellaba con la segunda de las torres ubicadas en World Trade Center, en pleno centro de Manhattan. Minutos más tarde, ambos edificios se derrumbaban en llamas ante los ojos del mundo.

En Santiago, a 8.248 kilómetros de distancia, Julio Díaz Bórquez no se despegaba de su tele a color. El periodista de la Universidad de Chile, editor general La Cuarta en ese entonces, terminó su desayuno y partió “en dos tiempos” a las oficinas del diario, ubicada en Vicuña Mackenna. Eso, sin pensar que la portada que armarían ese día se iba a transformar en una de las más emblemáticas del entonces “diario popular”.

Julio Díaz Bórquez
Julio Díaz Bórquez

Al día siguiente, aquel 12 de septiembre, La Cuarta se despojó de humor y picardía habitual y tituló con una expresión que resumía el sentir de cualquier mortal frente al atentado: “Dios Mío”, escribieron. Simple. Sin rodeos. Sin chistes ni doble sentido.

La historia detrás de esa icónica portada, de pluma, obra y gracia de Diozel Pérez Vergara, su director de aquellos años, la cuenta la cuenta el propio Julio Díaz. “Esa portada, ‘Dios Mío’, tuvo un gran valor, en el sentido que no sólo causó impacto a nivel nacional, sino que los medios extranjeros también la recogieron entre las portadas destacadas apropósito del atentado. Y apareció en varias partes. En varias partes salió citada”, cuenta mientras rebobina el cassette y se le vienen a la cabeza todos los recuerdos de esa jornada llena de pega y emociones.

Tras ordenar sus ideas, habla sobre cómo comenzó aquel martes. “Ese fue un día bien especial. Cuando partió esto, yo creo que habíamos muchos editores y periodistas que estábamos en la casa tomando desayuno cuando se empezaron a desencadenar todos estos hechos. Y la sorpresa era mayúscula, o sea era ver una película de Netflix, así como Homeland, una cosa así. Y después nos fuimos y empezamos a llegar todos apresurados y conmovidos a comentar el hecho al diario y a ver cómo lo íbamos a abordar”, recuerda sobre las primeras horas de esa mañana.

Sobre el título en particular, que estuvo acompañado de la imagen de ambas Torres Gemelas envueltas en fuego, tiene clarito cómo surgió. “Más allá de la cobertura, que naturalmente era un hecho que ocurría fuera de nuestras fronteras y que le tocó ver a un grupo de gente, que se encargó de armar las páginas internacionales y todo eso, yo creo que ese día había algo que a todos nos daba vuelta un poco, se nos repetía en la cabeza, que era cuando veíamos los videos, grabados así por gente, grabados por sus teléfonos celulares. Lo que alcanzábamos a escuchar primero en la tele, era el ‘oh, my god’, oh my god’ en todas partes. Todos decían ‘oh, my god’, se agarraban la cabeza. Esa era una frase que se repetía mucho”, revela. Así comenzó a nacer la idea de aquel titular.

Escrito en su máquina de escribir

De todas formas, el experimentado reportero no se cachiporrea y le da todo el crédito a Diozel Pérez, quien esa jornada cambió su rutina debido a la importancia de los acontecimientos. El “Zorro Plateado” no acostumbraba a particular de las reuniones de pauta. Prefería pasearse puesto por puesto e ir conversando los temas con los editores de las secciones. Sin embargo, la magnitud de los hechos y las informaciones que llegaban desde Gringolandia, lo motivaron a involucrarse más que nunca.

“Él salió de la oficina ese día, pidió algunas de las fotos. Le gustaba seleccionar las que fueran más impactantes. Y salió de la oficina con ese título, “Dios mío”, escrito en una carilla, en su máquina de escribir. Y se lo pasó a los editores… no sé si la escribí yo ese día, pude haberla escrito yo, porque él llegaba con sus varias carillas con los títulos de portada y más o menos un bosquejo de la diagramación. Y en realidad todos concordamos, TODOS, TODOS, unánimemente (sube la voz)”. Todos coincidimos que era un gran título”, afirma.

Y en ese mismo contexto, agrega: “En realidad era lo que mucha gente… era una ¡exclamación! Apelaba yo creo a uno de los clásicos títulos del periodismo así como más, a ver, cómo decirlo, como cuando tú te conmueves frente a un acontecimiento, que puede ser un hecho policial, un desastre, una catástrofe. Hablar como desde las entrañas, desde lo que te nace (…) Fue un título que seleccionamos alguna vez entre los 20, 25 mejores títulos de La Cuarta cuando se hizo una exposición en la estación Baquedano, que recogía todos los títulos hasta aquella época”.

Julio Díaz Bórquez
Julio Díaz Bórquez

Seriedad ante todo

La Cuarta, por su esencia, apuntó durante sus 36 años a entretener y sacarle una risa a sus lectores. A la “barra pop”. Sin embargo, el ataque a las Torres Gemelas los obligó a dejar todo eso de lado. A guardar sus chistes en el baúl por un día y abordar el tema con total seriedad.

“Había que apelar a la emoción. A la emoción del momento. Entonces yo creo que eso fue lo que recogió el director para ese título y creo que estuvo… que era la línea. Yo creo que muchos otros medios trataron de reflejar la emoción con otras palabras. Y la construcción del diario, con ese título grande arriba. Corto. Con letras grandes. Mostrando las torres cuando se están derrumbando. Yo recuerdo muchos otros títulos, pero que van más por el lado de lo anecdótico. Ese era un título serio. Era un título que lo compartían todos los medios nacionales de circulación nacional, a diferencia de muchos otros títulos eran, a veces como se llamaban en aquella época, típicas cosas de “La Cuarta”. O sea, cosas que titulábamos nosotros dentro de nuestro afán de tratar de informar de manera entretenida. En este caso, la entretención estaba totalmente fuera de lugar. Acá uno apeló al dramatismo. Acá no había chiste, no había broma. Había un tratamiento serio de la noticia”, remarca.

Y para finalizar, profundiza en el argumento. “En un plano normal nosotros podíamos titular con cualquier cosa. Una noticia de la farándula, una noticia policial, una noticia deportiva, pero frente a los grandes hechos, a los hechos que conmocionan a todo el país, ahí no nos hacíamos los suecos (hacerse los desentendidos). La noticia estaba clara para nosotros. Una tragedia, es una tragedia. Nunca le sacamos el poto a la jeringa con esas cosas. Ahí uno pone el acento en la parte del periodismo serio de La Cuarta, que era algo que también hacíamos, pero La Cuarta siempre fue un diario, desde sus comienzos, que fue muy pre juiciado”, sentenció.

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