Crónica

Doble de Don Ramón debe 14 meses de renta en Antofagasta

No vive en la vecindad del Chavo, pero se la pasa pidiendo monedas por las calles de Antofagasta. Aunque a diferencia del personaje mexicanote, su doble no oficial en Chile quiere puro trabajar para poder pagar los 14 meses de renta que debe.

Pero Sergio Rivera tiene mucho que contar y una vida entera en el extranjero. Cuando tenía apenas 19 pepas pescó sus pilchas y se mandó a cambiar a Gringolandia. “No sabía nada de inglés, sólo balbuceaba el hello, pero de a poquito y por necesidad fui aprendiendo”.

Estuvo 20 años en Estados Unidos y otros tantos trabajando “embarcado”. Conoció varias evas y se casó dos veces. Tuvo un hijo con su primera esposa y otro con la segunda. Cuando habla de su segundo hijo saca pecho. “Está por graduarse de actor de cine en la Universidad de Austin, Texas”, expresa Rivera.

En 2007 volvió a Chile y reconoce que le costó hablar español, por eso mezcla los dos idiomas. Encontró pega en algunas mineras -tiene licencia de manejo de explosivos- y no tuvo mayor drama. “Sudaba la gota gorda, eso sí. Trabajaba harto, pero me iba bien”, dice Don Ramón mientras la Bruja del 71 le da su número.

Pero desde algunos meses la cosa cambió. Perdió la pega y sólo ha hecho algunos pitutos. Él está confiado en que puede hacer eventos y así sacarle provecho a su parecido al mayor evasor de impuestos de México. “Me gustaría hacer shows, hacerme famoso…o por lo menos que me ofrezcan alguna peguita”.

Por ahora, se gana las monedas sacándose fotos con los antofagastinos, aunque asegura que son medio amarretes. Cerca de 50 personas le piden al día retrarse junto a él. No es malo.

TATA

La verdad de la milenesa es que el hombre quiere laburar, pero alega que no lo contratan por tata (no dice su edad, pero está cerca de los 60). “Trabajé en mineras, sé manejar explosivos y hablo inglés…en algún lado debe servir lo que sé”, dice Rivera.

Y en cuanto a las mujeres, Don Ramón reconoce que las chilenas están bien buenas, pero “me quedo con las gringas. Ellas son más tiernas y no tendría problemas en casarme con otra”, suelta entre risas.

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