Una velatón realizada en la noche del sábado, en el lugar donde fue asesinado Víctor Gonzalo Garrido Moya (18), selló la amistad entre dos familias. Fraternidad nacida al amparo de un dolor común.

Ambas han perdido un hijo a manos de la violencia callejera.

Carlos Inostroza y María Eugenia Villarroel, los padres de Alejandro Inostroza (26), "Troxel", asesinado por Aarón Vásquez con un bate de béisbol el 27 de octubre del 2006, se unieron en el homenaje a Roberto Garrido Aravena y Jeanette Moya Peñaloza, los padres de Víctor, apuñalado y rematado a botellazos por una patota de chinches, el 12 de septiembre, en la Plaza Uruguay, de Providencia.

"No podíamos faltar. La forma en que mataron a ese joven es tan horrible y cobarde como el asesinato de Alejandro. La misma crueldad de fieras y el ensañamiento con que se perpetró el delito. El mismo dolor que sufrimos los padres que vemos salir sanos y alegres a nuestros hijos para no verlos nunca más con vida. Nos unen muchas cosas y por eso estamos dispuestos a colaborar en su lucha para que se haga justicia".

Así explicó la madre de "Troxel" el frente común creado por los suyos con los Garrido-Moya.

SINCEROS

"Ellos nos han ayudado mucho en este duro trance", explica Roberto Garrido. "Se nos acercaron y nos han proporcionado su cariño y consejos. Han vivido el mismo vía crucis y querido compartir su experiencia, con el fin de ayudarnos a soportar tanto dolor. Se los agradecemos con el alma", añade.

Garrido dice que aún desconoce muchas aristas de la muerte de su hijo, el "Vitoco", y de las diligencias policiales posteriores, "porque hemos tratado de mantenernos indocumentados, alejados de las noticias".

"En la mañana, cuando despertamos, conversamos sobre nuestra situación con mi señora... pero lo dejamos allí. Ella está muy mal. Han venido sicólogos enviados por el Ministerio Público. Estamos en un programa sicológico de ayuda a los familiares de las víctimas. Espero que eso también nos ayude, como la solidaridad de nuestros vecinos de la población Francisco Infante. Yo nací aquí y mi hijo también. Es una gran familia. Siento el calor de los abrazos cuando me saludan en el almacén, donde cada mañana voy a comprar el pan para desayunar".

- ¿Ha visto el video?

- Lamentablemente lo vi. Se observa cómo remataron a botellazos a mi hijo. Encendí el televisor y justo lo estaban pasando. Fue como si un tigre me hubiera arrancado de un zarpazo el corazón. Fue una experiencia brutal. Ver cómo le pegaban un botellazo a una persona que está tendida en el suelo, inconsciente, fue algo que me desgarró. Un acto de cobardía criminal que no tiene nombre. Y los otros jóvenes... miraron y no hicieron nada por detener esa masacre.

- Se pasaron.

- Sí. Por eso reviso todo lo que llega a la casa y me mantengo alerta para que mi señora no lo vea. Igual le conté que existía ese video, para que esté preparada por si un día lo ve, aunque espero que no. Para ella sería el golpe de gracia.

- ¿Qué merecen los autores del homicidio?

- Presidio perpetuo. Que no salgan más de la cárcel porque, ¿quién no estaría de acuerdo conmigo en que sujetos capaces de cometer un crimen como ése no deben volver más a la calle? A mí me daría miedo encontrarme con el cabro que apuñaló a Víctor o con el que le quebró una botella en la cabeza. Ningún joven, a menos que tenga la cabeza mala o el corazón lleno de odio y resentimiento como ése (Iván Contreras Vásquez), sale a carretear con un cuchillo en los bolsillos. Eso indica que estaba dispuesto a todo.

- ¿Conforme con el trabajo de la PDI?

-Sí. El hecho de que la mayor parte de los asesinos esté presa, ayuda en algo a mitigar el dolor. Pero nunca será suficiente. Nuestra pérdida es irreparable.

Manuel Vega O.