Don Julio aún se cree un caballero medieval

Cuando peque Julio González pelaba el cable con las historias de los caballeros medievales que deambulaban por el mundo buscando damas en peligro a las cuales rescatar.
De hecho, su gran superhéroe no era ni Superman ni Batman, sino el Príncipe Valiente. "Así como otro niños querían ser médicos o bomberos, yo quería ser un caballero", confiesa.
Con el paso de los años, lejos de apartarse de su pasión, don Julio se las ingenió para hacerla una realidad, y de a poco fue aprendiendo el oficio de armero.
"Soy autodidacta, empecé desde muy pequeño a trabajar con materiales y eso me permitió ir desarrollando técnicas y herramientas que yo mismo he construido, pero también tuve un maestro, don Gerardo Ojeda, quien me orientó y enseñó ciertas técnicas, lo que facilitó más mi aprendizaje", recuerda.
Mucha agua ha pasado bajo el puente desde los sueños infantiles de Julio González y hoy por hoy el hombrón es uno de los pocos a nivel mundial que maneja las mismas técnicas que se empleaban hace mil años para elaborar armaduras, escudos, yelmos y espadas igualitas a las usadas por los caballeros medievales.
A LA ANTIGUA
"Mi trabajo es muy original, porque no uso tecnologías modernas ni soldaduras, sino solamente las herramientas existentes hace un milenio, o sea, trabajo con yunque y golpeando el metal hasta darle la forma, y uniendo las distintas partes a través de remaches. La gracia es que todas las piezas son articuladas, lo que permite ponerse las armaduras.", explica.
De hecho, en América Latina es el único que conserva esta técnica y, a nivel mundial, sobran dedos en las manos para contar a quienes todavía no se han dejado llevar por la comodidad y rapidez que proporcionan los métodos industriales.
Y es por eso también que sus obras cuestan lo que cuestan. Claro, porque el hombrón puede tardar hasta dos meses fabricando una armadura que puede llegar a costar 2 palos.
“Los modelos los saco de pinturas de la época, de revistas especializadas y de catálogos de museos, y son reproducciones de armaduras españolas, francesas, inglesas, alemanas, italianas", explica sobre su trabajo.
Entre las armaduras que uno puede encontrar en su taller, ubicado en la calle Antupirén 9301, en Peñalolén, hay reproducciones de la que usó Pedro de Valdivia al conquistar Chilito, y otra de un caballero templario que partió a las Cruzadas, allá por el siglo XI.
POR INTERNET
Mucho le gustará lo medieval a don Julio, pero eso no impide que se haya embarcado en la modernidad a la hora de buscar herramientas para comercializar sus productos.
Hoy cuenta con una página web (www.armaduras.cl) y hasta en YouTube puede observarse la cantidad y calidad de su trabajo, pero él cree que es posible sacarles más provecho a las nuevas técnicas de la comunicación, como internet, para ampliar su mercado.
Por eso, se muestra entusiasmado con la llegada a su comuna del teletrabajo, cuyo proyecto será lanzado el viernes por el alcalde Claudio Orrego.
"A mí me interesa usar esta nueva plataforma para dar a conocer mi trabajo y, así, conseguir vivir de esto, que es lo que me gusta. A mi página web me escriben permanentemente personas de distintos países, desde para consultar por precios hasta personas que están en otros lugares intentando hacer algo similar y que me piden consejos", precisa, y dice que ahora espera que el teletrabajo le permita incrementar sus ventas.
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