Don Ramón se aburrió de los cachuchazos que de vez en cuando recibía de doña Florinda y,  sin pagarle los  14 meses de renta que le debía al señor Barriga, se vino a Chilito para empezar de cero.

En el país no le fue nada de mal. Cache que hace cuatro meses que se dedica a tapar los hoyos en la avenida Jaime Repullo para que puedan pasar sin atados los conductores y camioneros de Talcahuano.

La reaparición del ídolo de la barra tevita es gracias a la genialidad de Luciano Cárdenas, de 42 pepas. Al igual que Don Ramón, el parroquiano de la comuna vecina de Hualpén ha tenido un listado interminable de pegas.

“He hecho de todo en mi vida. Trabajé en redes a bordo de barcos, en la construcción, en la harina de pescado, haciendo aseo y hasta jardinero a domicilio. Ahora, aparte de trabajar con la pala en la calle, también me dedico a pintar casas en compañía de un sobrino”, desembuchó a la La Cuarta.

En la zona ya se hizo ultra popular y hasta le dan unas luquitas para que se pueda comer una torta de jamón.

“Hay varios camioneros que ya me ubican. La gente suele reaccionar gritándome ¡Wena, Don Ramón! y me tiran una monedita  que voy juntando en un balde”, reveló.

-¿Cómo se le ocurrió sacar el personaje a la calle?

-Me había quedado sin pega. Un día llegué con una polera de Don Ramón a la casa cuando mi familia me queda mirando y me gritan ¡Don Ramón! De ahí, me puse un gorro y un sobrino me dijo que me dejara crecer el bigote y saliera así a trabajar a la calle.

-¡Es que se pasó pa´ser calcado!

-Imagínate que toda la vida fui conocido como el Chalo, pero eso ya quedó atrás. Mis parientes y en el barrio ya me conocen como Don Ramón.

-¿Ha sentido el peso de la fama, cumpa?

-Donde vivo en Hualpén, tengo un colegio cerquita. Los cabros chicos me ven y me piden sacarme fotos con ellos. Acá en calle Jaime Repullo igual a veces la gente para el auto y me piden una fotito.

- ¿Alguna Bruja del 71 que le mueva la jaula, amigo?

-¿Si es que tengo una Brujita? No, pero me gustaría tener una. Soy soltero, pero tengo una hija. Es mi Chilindrina.

-Tengo un emprendimiento para vender ropa y otro de venta de churros… ¿Se suma, compipa?

-Espérame un rato. En marzo salgo de la región para trabajar en la uva. A la vuelta conversamos.