Crónica

El etílico secreto de las prietas del Guatón Nano

La vida no ha sido fácil para el "Guatón Nano". A los 9 años se levantaba a las 4 de la madrugada para ayudar a su familia que itineraba por las ferias de Maipú vendiendo frutas, y luego se iba al colegio. "No tuve lujos, pero me sobraba amor", explicó.

La suerte de Fernando Larenas cambió en 1993. Su tío abuelo Gilberto se cansó de atender la quinta de recreo que tenía en Quilicura y el compadre tomó las riendas del Costa Azul.

Junto con el negocio, el veterano le traspasó una receta que hizo famoso al corpulento hombre de 38 años: ¡Las prietas!

A pesar de que muchos dicen que no hay nada más rico que una prieta en El Hoyo, quienes las han probado en el local del guatón se convierten en adictos y no dejan de visitarlo. Tanta fama tienen sus productos, que los días que las fabrica se forman filas de glotones afuera de su negocio.

Hace 18 años Gilberto despertó a Nano antes de la salida del sol. El anciano determinó que había llegado el momento para que recibiera la receta elaborada por su bisabuelo.

- ¿Cuál es el secreto?

- Todo va en el tratamiento de la cebolla, porque hay que picarla finita y amortiguarla bien con azúcar, para que se le vaya lo llorona, y se deja reposando seis horas por lo menos. Pero el gran secreto es que hay que cocer las prietas en el mismo caldo que se cuecen los arrollados y los perniles.

- ¿Qué ingredientes le pone?

- Nueces picadas, yerba moto, ají, un poquito de merquén, sal, orégano, ajo molido, comino, pimienta y unas pocas mentiras que le echamos.

- ¿Siempre han sido tan largas y gordas?

- Antes eran mas largas, pero con los años se me han ido achicando. Las hacemos de 50 centímetros, pero al cocerlas se achican a 30. Hay clientes que vienen por las puras prietas, y le debo confesar que no hay prietas que me queden mejor que cuando estoy curao. ¡Puta que me quedan güeeenas!

El Nano explicó que ahora se come sólo una a la vez, porque le pasa algo parecido a lo que les sucede a los dueños de los topless, que ya no se excitan con mujeres piluchas.

Eso sí, ha visto a un hombre comerse dos kilos en un ratito. "Era el guatón Bernardo que llegó caminando y se fue rodando", recordó en verso, sin mayor esfuerzo.

Tan bien le ha ido a la quinta de recreo, que fue ampliada de 50 a 90 mesas, y ahora podrán asistir a las tocatas de música chilena unas 700 personas. Eso sí, no le llevan ni rancheras ni cumbias electrónicas. ¡Jamás!

El guatón contó que su público es tranquilo, y cuando hay peleadores los despacha en un taxi pagado por él. Al final de las veladas siempre invita a la gente a echarse el pollo con la misma frase: "Váyanse a hacer guagüitas".

- ¿Cuál artista sueña con contratar?

- Estoy esperando que den de alta a Cerati y, fuera de broma, a Facundo Cabral.

COSTA AZUL ES LA EXTENSIÓN DE LA CASA DE DIÓSCORO

Dióscoro Rojas considera al Costa Azul como un valuarte de la cultura guachaca de la zona norte de Santiago, y una extensión del living de su casa donde cada tanto va a pegar en la pera.

El compipa mayor es tan querido en el local, que incluso una tinaja de chicha fue bautizada con su nombre.

Según el Guatón Nano, lo más guachaca de su local es que se dejan caer desde barrenderos de las cunetas hasta millonarios empresarios. "Y si se quedan sin plata, por último les  puedo servir un sánguche de mentira, o sea, un pan con tomate", contó.

Sobre su bien trabajada figura, dijo que se debe a que sale a correr... pero por la cocina con una cuchara en la mano.

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