Un profundo hoyo de casi 40 metros, cubierto sólo por algunos palos y tablones, se transformó en una trampa mortal para un lolo que quería ir al baño en una fiesta, en Maipú.

"El dueño del recinto dijo que mi hijo intentó meterse colado al lugar cuando se cayó, pero eso es mentira. ¡Miren su mano derecha, donde tiene el timbre que confirma que él pagó su entrada!", reclamó destrozada María León (45), quien cuando su dañada salud se lo permite hace pololitos como asesora del hogar.

"Él estuvo dentro del pozo cerca de dos horas, ¿cómo es posible que nadie le haya podido prestar ayuda oportunamente?", cuestionó la madre, quien consideró una burla a su duelo la versión que indica que Felipe Soto León (17) cayó al pozo tras saltar un muro e intentar ingresar al carrete como paracaidista.

Según la primera información policial, "El Pipo", como lo conocían en la villa Campo de Batalla en Maipú, se habría accidentado por catete, porque los organizadores del evento de un Cuarto Medio no lo dejaron entrar al brillo y el joven junto a sus yuntas igual trató de meterse a la mala.

Sin embargo, según la versión que los amigos del Pipo le contaron a su mamá, el cabro estaba dentro de la celebración, en calle Alberto Llona 528, cuando los enlutó la tragedia.

"Felipe preguntó que dónde estaba el baño y le respondieron que en tal dirección. Él caminó en ese sentido y, como estaba oscuro, no vio el hoyo", relató su madre mientras esperaba el cuerpo del joven en el Servicio Médico Legal.

"Esto es terrible. Uno está preparado para enterrar a los padres, pero no para sepultar a sus hijos", lamentó el taita del chiquillo, el agricultor Arturo Soto (45).

"Justo ahora se estaba portando súper bien, llegaba más temprano a la casa y estaba haciendo un 2 x 1 para terminar la educación media", comentó Soto, quien tuvo que viajar desde su pega en La Serena, luego que le avisaran que el segundo de sus tres hijos había fallecido en pleno carrete.

Según vecinos del inmueble abandonado donde ocurrió el accidente, en el lugar frecuentemente se hacen fiestas de cabrerío con muy escaso control, porque los muros perimetrales quedaron dañados tras el terremoto.

El dueño de la propiedad aseguró que él tenía bien cubierto el peligroso pozo, ubicado dentro del recinto.