El tamaño importa... y duele

Tengo la teoría de que el tamaño no importa, siempre y cuando no supere los límites de la normalidad.
El otro día, por ejemplo, viví una experiencia límite, que me dejó un poco traumada.
Por medio de una amiga, conocí a un negrito con mucha candela con el que decidí salir a carretear.
Un día fuimos a la disco y bailamos salsa hasta el amanecer, dándole duro y parejo al sobajeo.
Tan ganosos quedamos el uno por el otro, que tras el dancing partimos de una a un motel para hacer la cochiná.
Grande fue mi sorpresa a medida que él se fue sacando la ropa y dejando al descubierto su herramienta XL.
Como no soy mujer de arrugar o dejar las tareas a medias, aperré, pero hasta ahora me arrepiento de mi valentía.
Es que tras el acto, salí del recinto hasta con la conciencia adolorida.
Quedé con tanto susto, que cuando me volvió a llamar opté por no contestar y volver al sólido y promedio mercado nacional.
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