Emprendedor uruguayo puso en marcha el Uber del Sexo

Es sabido que el costo de la vida en nuestro país se ha incrementado. Por ello, muchos decidieron arreglárselas a su modo y emprender en nuevos negocios para acabar el mes sin tener que pedir prestado y menos disculpas por no cumplir.

Un rostro visible de esta realidad es el de Alberto Moreira, un uruguayo que hace 12 años aterrizó en Chile en busca de una nueva vida.

El hombre se desempeña en la actualidad como electromecánico de mantención en una constructora y pasadas las 18 horas se gana uno pesitos extras en su pyme, bautizada como "El Expreso del Sexo". Así de directo.

¿Y en qué consiste?

El uruguayo acondicionó la parte trasera de su joyita, una camioneta Citroen C15, año 2002, como pieza de motel para saciar la necesidad de aquellas almas libres que buscan amor sobre cuatro ruedas.

"Ha tenido buena recepción de la gente y hartas mujeres me han llamado para saber de qué se trata y cómo es. Esto se da porque hay mucha gente que tiene fantasías y no las puede cumplir, muchos no tienen vehículo donde satisfacer una necesidad tan básica y democrática como lo es el sexo", aseguró.

Además, contó que su teléfono no ha parado de sonar, pese a que inicialmente "el proyecto nació para ser ejecutado fuera de mi horario laboral y durante los fines de semana, pero habrá que ver si a futuro la flota se puede expandir debido a la demanda".

Por todos lados

El hombre al volante del motel itinerante tiene clarito que su idea es osada, pero nunca pasada para la punta, ya que se reserva el derecho del placer.

"Acá hay total libertad para las parejas, pueden ser del mismo o distinto sexo, pero por ningún motivo se admiten menores de edad. Todo tiene límites", asegura.

Respecto al servicio que entrega, aclara que el valor por el paseo es de $12 mil por un lapso de 40 ó 60 minutos, según el aguante de clientes, pues- dice-, "los paseo por calles empedradas, paso rápido por los lomos de toros para que los movimientos les den más motivación y recuerden la experiencia".

Aquellos que quieran disfrutar de algo más que un paseo, pueden acordar previamente con el conductor el uso de un frigobar para unos bebestibles. Todo a gusto del consumidor, pero se paga aparte. Además, la cabina es hermética e impide el contacto entre el conductor y sus pasajeros, pese a que más de una vez le tocó escuchar un "oh, my God".

"Soy como un Uber, pero del sexo. Los llevo para que toquen las estrellas con las manos o donde quieran con tal de que lo pasen bien durante el viaje", agrega el entusiasta charrúa, quien avisó que sueña con ampliar su proyecto con una ambulancia o micro.

Los curiosos que quieran vivir esta experiencia religiosa pueden contactarlo al teléfono +56975928286.

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