Ermitaño está chato con los helicópteros

"Hace mucho tiempo que mi madre me expulsó del hogar por inútil. Yo soy un hombre conservador y conservo tales virtudes", contó Daniel Tobar (63), conocido como el "Ermitaño de la Quebrada de Macul", para explicar su condición.
La opción por la soledad del peladito partió cuando era un espinilludo de 16 años que se cuestionaba su vida de socialité. "Vengo de una familia acomodada de El Arrayán. Mi papá era un respetable abogado y nos iba bien. El problema es que yo tambaleaba en el paradigma social", explicó.
Tras dar puro jugo en varios colegios y fracasar en el Servicio Militar, su mamá lo echó de la casa por vago, por lo que se fue derechito a dormir en un sitio eriazo.
Pero la vida le tendió una mano: Un compadre lo llevó a cultivar yerbas a la Quebrada de Macul. Se enamoró del lugar y no se ha movido en 42 años de ahí: Vive en una casita de palos, piedras y adobe que levantó a más de 1.030 metros sobre el nivel del mar.
La distancia no fue un impedimento para que los todoterrenos del diario pop llegáramos hasta su casa a preguntarle qué opina de los giles que suben a la Quebrada pa' puro perderse. Ah, y aprovechamos de pegarle en la pera y compartir una sopita de osobuco, riñones con arroz y un tintán matapenquero.
- ¿Cómo terminó viviendo en la punta del cerro?
- Me recogió un viejito que se dedicaba a recolectar yerbas en la Quebrada.
- Entonces no partió como ermitaño...
- Ya tenía mis problemas con la sociedad, pero me vine para acá porque estaba entre la espada y la pared. Pero ojo, que ermitaño no está bien dicho...
- Expláyese, gurú.
- El ermitaño es quien cuidaba las ermitas (santuarios en despoblados). La palabra real para los solitarios como yo es eremita o anacoreta. Quedé como ermitaño por la policemia.
- ¿Son muchos los lolos que vienen a la Quebrada?
- De acuerdo con mis años en el cerro, lo de la semana pasada fue inusual (cuatro jóvenes se perdieron en una semana). Vi helicópteros de lunes a viernes por culpa de estos niños que se meten en las pendientes sin monitores.
- ¿Y a qué vienen?
- A buscar problemas. Se meten en lugares riesgosos porque esa es su esencia. Pero también lo hacen para llamar la atención, porque nadie los escucha.
- ¿De quién es la culpa?
- De la sociedad. No hay control de los padres hacia sus hijos ni tampoco de las autoridades, porque aquí hay chipe libre. Una vez salvé a unas cabras cimarreras, porque un piño de curaos igualados se pasaron películas con ellas. Las refugié, pero les advertí que no soy héroe.
- ¡Grande!
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Daniel Tobar sale muy poco de su choza en la punta del cerro, por lo que tiene poco contacto con otros entes.
Sin embargo, el compadre, que dedica gran parte de su tiempo a la lectura, tiene de amigazo y fiel compañero a un tierno zorrito colorado que baja a pecharle todos los dias.
"No le he puesto nombre, pero siempre viene y se come lo que le dejo en su plato. Ese se hace la América con lo que dejan los visitantes", señaló el imitador del Principito.
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